El chófer del siniestro mortal en el Lérez declara que el autobús cayó al río por una bolsa de agua

Asegura que ciculaba a 70 kilómetros por hora al cruzar el puente, la zona está limitada a 80 km/h, y que el vehículo hizo aquaplaning bloqueándose las ruedas traseras

Autobús siniestrado en el Lérez. |   // LAVANDEIRA

Autobús siniestrado en el Lérez. | // LAVANDEIRA / Ana Cela / Carlos garcía

Ana Cela / Carlos garcía

Era una noche de tempestad. Pasadas las siete de la tarde, , el autocar de la compañía Monbus que cubría la línea regular entre Lugo y Vigo salió de la estación de la capital lucense, con la previsión de llegar a la ciudad olívica alrededor de las 22.00, a tiempo para la cena de Nochebuena. Sin embargo, a mitad del trayecto la tragedia se convirtió en compañera de viaje. Fue al pasar por el puente que la N-541 tiene en Pedre, en el municipio de Cerdedo-Cotobade. El vehículo dio varios bandazos y terminó precipitándose al río Lérez, cayendo desde una altura de 40 metros. Siete de las nueve personas que viajaban a bordo fallecieron. El conductor —superviviente junto a la mujer que viajaba en el asiento situado justo detrás del suyo— declaró que perdió el conductor sobre el autobús por la bolsa de agua que se encontró en el puente, que habría motivado que el vehículo hiciese aquaplaning y se bloqueasen las ruedas traseras.

Esta semana se cumplirán tres meses desde aquella fatídica noche. Hasta el momento, las únicas declaraciones realizadas por los dos supervivientes de la tragedia —Carlos Monzón, de 63 años y con una dilatada experiencia como chófer, y María del Rosario González, de 49— solo han prestado declaración ante la Guardia Civil. El Juzgado Número 1 de Pontevedra, encargado del caso, ha recibido los atestados, pero todavía no se han realizado las declaraciones ante la autoridad judicial.

Según explicaron fuentes consultadas por este periódico, se esperaba que María del Rosario González hubiese declarado ya, pero su comparecencia ante la titular de la sala se pospuso a raíz de una huelga en los juzgados. En cuanto al conductor, todavía no se le pidió que prestase declaración en sala y no se espera que sea citado hasta que obre en poder del juzgado el informe pericial con la reconstrucción del accidente y lo datos del tacógrafo. Asimismo, fuentes conocedoras del caso precisaron que el conductor del autobús siniestrado declaró también que circulaba a 70 kilómetros por hora —en este tramo está permitida una velocidad de 80—, subrayando que este tipo de autobuses raramente superan esta velocidad circulatoria, alcanzando los 80 en condiciones óptimas. Además, puntualizan que las fotografías tomadas en el lugar en el que se produjo el accidente mortal testimonian que la calzada se encontraba llena de agua.

Esa noche el autocar viajaba con muy pocos pasajeros. Habilitado para 55 personas, eran solo ocho, además del conductor, los que realizaban ese trayecto el 24 de diciembre.

El testimonio de los dos únicos supervivientes ha permitido recuperar algunos de los momentos previos a la tragedia. Además de la declaración del conductor asegurando que perdió el control del autobús a consecuencia del aquaplaning —el vehículo habría estado dando bandazos hasta que finalmente se precipitó al río— María del Rosario González Rocha, residente en Ponteareas, declaró desde la cama del hospital Montecelo a la Policía Judicial —según la información a la que tuvo acceso el diario El País— que el conductor, con el que iba hablando, gritó repentinamente “¡no lo controlo, no lo controlo!” mientras el autobús se movía de un lado a otro hasta caer por el puente. Relató que, ya en el río, el chófer le dio su móvil para que llamase al 112 y que estuvieron dentro del autobús aproximadamente una hora, hasta que llegaron los efectivos de emergencias para el rescate. En ese momento, el agua ya llegaba al techo del autobús.

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