Rutas de pasarela en Galicia: entre acantilados, desfiladeros y cumbres de area

Estos paseos de madera permiten visitar sitios impensables: desde las costas más escarpadas a los pasos más estrechos

Patricia Pedrido

Las miles de rutas que se pueden realizar en Galicia constan de una gran variedad además de un profundo atractivo. Además de escoger entre costa o interior, montaña o playa o río, o por su nivel de dificultad, también encontramos senderos que destacan por su rareza. Es decir, son pocos pero de lo más llamativos.

Son las rutas de pasarela, cuyos pasos de madera discurren entre acantilados, desfiladeros o cumbres de arena.

Bordeando la costa por Pedras Negras, en O Grove

La senda litoral de Pedras Negras, en O Grove.

La senda litoral de Pedras Negras, en O Grove. / LOC

Un paseo envuelto en mar, rocas, arena, viento y sobre madera. Las pasarelas de Pedras Negras se extienden desde el puerto deportivo de San Vicente do Mar (O Grove) hasta el final de la playa de Canelas, un recorrido de unos dos kilómetros bordeando el litoral. Este sendero de madera se adapta a la sinuosa orografía de la costa, sorteando rocas de curiosas formas moldeadas por la erosión.

La senda conduce a las playas de Pedras Negras, Farruco y A Barrosa, donde se encuentra el conocido local donde tantos artistas y grupos de música de la escena gallega y nacional ofrecieron sus primeras actuaciones, el Náutico de San Vicente.

La ruta tiene como atractivo añadido, más allá de las vistas a la ría de Pontevedra y Ons, la observación de aves marinas como gaviotas, cormoranes, chorlitejos o albatros.

La pasarela de madera finaliza al fondo de la playa de Canelas, en las proximidades de la antigua batería militar de O Grove. Esta, denominada J1, formaba parte del sistema defensivo en la costa instalado en la Guerra Civil ante el temor del bando golpista a un ataque por mar. Esta red se extendía por las Rías Baixas con otros tres acuartelamientos: el J2 de Cabo Udra (Bueu), el J3 de Monteferro (Nigrán) y el J4 de Cabo Silleiro (Baiona).

Los acantilados de Fuciño do Porco en O Vicedo

La sinuosa ruta de Fuciño do Porco, en O Vicedo.

La sinuosa ruta de Fuciño do Porco, en O Vicedo. / PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA

Sin duda, este sendero de O Vicedo (Lugo) es el más espectacular de Galicia. En sus casi cuatro kilómetros (entre ida y vuelta), el visitante “escala” y desciende por los acantilados que se mantienen firmes ante los embates del Cantábrico.

Aunque el nombre oficial del lugar es Punta Socastro, la forma de hocico de cerdo de este saliente sobre el mar llevó a los marineros de la zona a bautizarlo como “Fuciño de Porco” o “Punta do Fuciño”.

Este gigante hocico se erige como un mirador privilegiado sobre la ría de Viveiro, cuya entrada custodia. Sus pasarelas imposibles sobre el escarpado terreno permiten admirar el paisaje desde Xove hasta Bares.

El acceso es libre en temporada invernal, de septiembre a junio, pero en los meses de verano es necesario reservar para acceder de forma ordenada y evitar aglomeraciones y situaciones de riesgo. No hay que olvidar las pasarelas atraviesan acantilados, por lo que se aconseja realizar la ruta con precaución y no salirse nunca del sendero. A pesar de lo abrupto del paisaje, la ruta es apta para menores que deberán ir siempre acompañados. También se permite el acceso a mascotas, con correa

El cañón del Mao, en Parada de Sil

La pasarela que discurre sobre el canón del río Mao, en Parada de Sil.

La pasarela que discurre sobre el canón del río Mao, en Parada de Sil. / LOC

El desfiladero del río Mao, antes de que este se funda con el Sil, se puede recorrer gracias a un kilómetro y medio de pasarelas. Estas parten de la antigua central hidroeléctrica y discurren por el último tramo del curso fluvial, en el concello de Parada de Sil (Ourense).

El recorrido abarca desde las pequeñas cascadas y pasos estrechos en su origen a la contemplación de las aguas calmas y navegables de su término. Por el camino, todo un espectáculo del bosque de ribera, con su espesa vegetación.

Este sendero por el cañón del Mao es otro de los múltiples atractivos de la Ribeira Sacra, en su orilla ourensana, y destaca además por ser uno de los escasos senderos en la comunidad cuyos pasos están suspendidos sobre un desfiladero

Cumbres de arena en Corrubedo

El sinuoso paseo de madera que bordea las dunas de Corrubedo.

El sinuoso paseo de madera que bordea las dunas de Corrubedo. / LOC

Las dunas de Corrubedo, en Ribeira (A Coruña), son la parte más conocida del parque natural de 1.000 hectáreas que se extiende entre las rías de Arousa y Muros y Noia y que además incluye a las lagunas de Vixán (agua dulce) y Carregal (agua salada).

La gran montaña de arena tiene un kilómetro de largo, unos 200 metros de ancho y unos 20 metros de altura, y se puede rodear y contemplar a través de un entramado de pasarelas.

En su conjunto, el parque natural -declarado como tal en 1992- es hogar hasta 200 especies de plantas distintas, unas 3.000 aves entre zarapitos, patos-cuchara, correlimos o chorlitejos, y de mamíferos acuáticos como las nutrias.