Galicia, pionera con Andalucía en la dotación de equipos para resolver accidentes de tráfico complejos

Los dos unidades Tráfico, que suman ocho agentes, tienen base en A Coruña y Pontevedra

Llegan 15 años después de que Interior abriese la puerta a su creación en la comunidad

Presentación del equipo de reconstrucción de accidentes en carretera

Íñigo Rolán

Hace ya 15 años que Galicia espera un equipo de reconstrucción de accidentes en carretera. Son los CSI del asfalto que acuden a los siniestros más graves y complejos en los que las causas no han sido esclarecidas tras los primeros análisis del equipo de atestados, a aquellos que han provocado alarma social (como fue el atropello mortal cometido en Sevilla por el bailaor Farruquito en 2003) o a los que el juez requiera su intervención, aunque el accidente se produjera hace tiempo.

Más de una década después de que el Ministerio del Interior abriese la puerta para dotar a la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico en Galicia de equipos expertos en reconstrucción de accidentes, la comunidad ya cuenta con dos unidades operativas desde el pasado mes de octubre, una en A Coruña, que también dará cobertura a la provincia de Lugo, y otra en Pontevedra, que prestará servicio también en Ourense. Galicia se convierte así en la segunda comunidad, después de Andalucía, que cuenta con un Equipo Periférico de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (Eprat).

Hasta la creación del Eprat de Andalucía en agosto del año pasado, en España solo había dos equipos especializados: el de la Academia de la Guardia Civil de Tráfico, creado en Mérida en 1998, y el de la Agrupación de Tráfico en Madrid, operativo desde 2003, y que tenían que atender los siniestros graves y complejos de toda España. En Galicia, estas unidades ya intervinieron en decenas de accidentes, entre los últimos en los que se han requerido sus medios están los ocurrido en Xove (Lugo), en abril del año pasado, en el que fallecieron cuatro jóvenes cuando regresaban de una noche de fiesta; el del autobús que cayó al río Lérez en la Nochebuena de 2022, que dejó siete víctimas mortales; o la muerte de tres jóvenes en la AP-9 en 2019 al chocar su vehículo contra el guardarraíl e incrustarse contra la mediana tras volcar.

Cristales rotos, huellas de frenada, manchas de combustible, piezas de carrocería, arañazos, abolladuras, restos de sangre…Cualquier rastro ayuda a los CSI del asfalto a responder a las cinco W que se esconden tras un accidente de tráfico. El dónde y cuándo se produce suele estar claro cuando el equipo de reconstrucción de un siniestro viario empieza su trabajo. Sobre el cómo ocurrió también tienen indicios cuando entran en escena. Pero su tarea consiste en determinar porqué se produjo y quién es el responsable. Para tratar de responder a estas cinco preguntas, cualquier pista que haya en el asfalto, un testimonio, las cámaras de Tráfico o las imágenes que los propios delincuentes viarios cuelgan en las redes sociales son piezas claves para recomponer el puzle y cerrar los casos que llegan a manos de estas unidades especializadas en la investigación de accidentes de tráfico.

En la presentación del Eprat de A Coruña, en la sede del Sector de Tráfico de Galicia, en Perillo, la subdelegada del Gobierno en A Coruña, María Rivas, destacó este jueves que estas investigaciones “permiten dar respuestas ciertas y más rápidas a las familias de las víctimas” y “garantizar que las compensaciones y las sanciones derivadas de este siniestro no se demoren en el tiempo”.

Cada uno de los Eprat de Galicia está formado por un oficial, un cabo y dos guardias civiles. En total ocho personas, que combinan una larga experiencia profesional en el Sector de Tráfico de Galicia y una formación específica en este tema. En concreto, todos ellos superaron el Curso Universitario de Reconstrucción de Accidentes, impartido por el Centro Universitario de la Guardia Civil, en colaboración con otras instituciones externas.

Recogida de pruebas y fórmulas matemáticas

La intervención de estos equipos no es inmediata a la ocurrencia de los siniestros viarios, sino que será posterior, de apoyo y complementaria, a los Equipos de Investigación de Siniestros (EIS) que diaria y permanentemente atienden los accidentes ocurridos en la red de carreteras de la comunidad.

Los agentes especializados en la reconstrucción de accidentes manejan complejas fórmulas matemáticas y sofisticados programas informáticos para la simulación y la construcción de siniestros. Una de sus herramientas estrella es el escáner por láser 3D: un sistema que analiza el entorno de un accidente a través de láser, que hace un barrido en horizontal y en vertical del lugar del accidente y lo convierte en una nube de puntos sobre la que se pueden tomar la medida de los carriles y arcenes, los radios de las curvas, los desniveles y los peraltes. Esa malla de puntos es tratada a posterior en otro programa que les permite levantar un escenario en tres dimensiones idéntico al que existente en el momento del siniestro, que posteriormente será introducido en los programas de simulación y reconstrucción de accidentes.

Tras la toma de medidas, hacen fotografías y graban en vídeo la escena del accidente, en la misma hora en la que se produjo, para hacerse una idea de las condiciones de luminosidad y visibilidad.

Los agentes también se trasladan al lugar en el que está el vehículo siniestrado para registrar con un escáner las deformaciones. Además, tratan de recrear la maniobra del turismo, camión o motocicleta implicado para averiguar la velocidad a la que circulaba. Para ello, instalan en el salpicadero un acelerómetro, que medirá la velocidad del coche —esto se hace a través del coeficiente de fricción, que mide la relación entre el asfalto y el neumático—.

Pero sus investigaciones no terminan ahí. Tras la recogida de todos los datos, toca su análisis. Es la hora de recrear el siniestro a través de cálculos analíticos que luego ratifican los programas informáticos de reconstrucción de accidentes. Una vez elaborado el informe pericial, se entrega al juzgado. Dada la complejidad del proceso, las investigaciones desde la recogida de datos hasta la elaboración de las conclusiones se demoran durante meses, en algunos casos se extienden durante casi un año.

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