“Tras las turbulencias el avión cayó en picado”

Los gallegos Iago Peteiro y Estrella Núñez, eran los únicos pasajeros españoles del vuelo de Singapore Airlines

Marta Fontán

La luna de miel de Iago Peteiro y Estrella Núñez se truncó antes de que llegasen a su primer destino. Esta pareja afincada en Vigo viajaba a bordo del vuelo de Singapore Airlines que hace una semana sufrió severas turbulencias y un abrupto descenso mientras atravesaba el mar de Andamán cuando cubría la ruta entre Londres y Singapur con 211 pasajeros y 18 tripulantes a bordo. Un turista británico de 73 años falleció y más de un centenar de personas resultaron heridas: una veintena tuvieron que ingresar en la UCI. Iago, vigués de 42 años, y Estrella, de 38 y natural de Redondela, se recuperan ahora en un hospital de Bangkok (Tailandia) de las lesiones sufridas, sobre todo él, al que no le dio tiempo a abrocharse el cinturón de seguridad. Sufrieron el “susto” de sus vidas, confiesan, y se quedaron sin su ilusionante viaje de recién casados, pero se confiesan “afortunados” y transmiten un mensaje de tranquilidad a sus familias. “Aunque psicológicamente ha sido un golpe muy duro, físicamente sabemos que nos vamos a recuperar; es imposible olvidar lo vivido, claro, pero pasará. Hay que quedarse con lo positivo”, dicen.

El matrimonio —los únicos españoles a bordo de ese avión— viajaba a Nueva Zelanda, pero haciendo escala en Singapur. Llevaban diez horas de vuelo cuando ocurrió todo. “Acababan de encender las luces y empezaba el servicio de desayunos. Empezaron las turbulencias, nos recolocamos en el asiento y yo estaba poniéndome de nuevo el cinturón; estaba a punto de unir las dos partes cuando de repente el avión cayó en picado...”, añade. Salió impulsado y se golpeó con la espalda contra el techo. “Fue un golpe brutal y a continuación me caí e impacté contra el reposabrazos del asiento, que estaba en posición vertical”, dice. “El dolor fue tremendo y no fui capaz de incorporarme; escuchaba cosas, pero no veía lo que pasaba...”, continúa. Estrella sí que fue fiel testigo y totalmente consciente del caos y de la terrible situación que se vivió a bordo. A ella le dio tiempo a abrocharse el cinturón, algo que la protegió en su asiento. “Tuve mucha suerte”, afirma.

De lo vivido pasadas las turbulencias y hasta que el avión aterrizó casi una hora después de emergencia en Bangkok, con pasajeros con heridas muy graves, prefiere no hablar. “Fue muy duro, horrible, un caos. Es algo que en estos momentos no me apetece recordar ni narrar, me he impuesto un bloqueo voluntario de todo eso”, confiesa. Lo que sí concreta es que, tras las turbulencias, el aparato se “estabilizó” y el piloto hizo un aterrizaje que califica de “increíble”. “Era una situación muy delicada por el estado de los pasajeros heridos, había gente por el suelo... Pero el avión tocó tierra de forma suave, sin moverse ni un milímetro, no parecía que estuviésemos aterrizando”, narra.

Iago y Estrella fueron trasladados al Samitivej Srinakarin Hospital de la capital. “Pensé que me había roto todo. Cuando llegué allí me hicieron pruebas y me dijeron que solo era una contusión muy fuerte. Pero, dado el dolor, al día siguiente vieron con otro TAC que tenía una vértebra del cuello fracturada, además de contusiones por todo el cuerpo y un intenso dolor de espalda”, afirma él, que deberá seguir en Bangkok al menos dos semanas más para que la lesión se estabilice y pueda volar “sin riesgos” de regreso a Vigo.

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