Galicia encara el verano con falta de socorristas en pleno ‘boom’ turístico

El registro autonómico tiene un récord de 3.800 inscritos, pero la temporalidad y los bajos salarios los disuaden | Cada vez más ayuntamientos optan por externalizar el servicio

Martín G. Piñeiro

Las playas de Galicia están cada vez más llenas de gente y además durante más semanas al año. Sin embargo, cada vez tienen menos socorristas. Una realidad contradictoria que esconde detrás varias causas: marcada estacionalidad laboral, salarios bajos y burocracia excesiva. La tormenta perfecta que cada mes de junio pone en jaque a los ayuntamientos sin que nadie haya sido por ahora capaz de darle solución, pese a que lo que está en juego son vidas. Solo en 2023, en playas con bandera azul de España, los socorristas realizaron un millar de rescates complejos: aquellos en los que, de no intervenir, el auxiliado habría fallecido.

Aunque no es un problema nuevo ni exclusivo de Galicia, la falta de guardavidas es especialmente relevante en la comunidad con más kilómetros de costa (1.500 km) y la tercera con más banderas azules (114), distintivo que obliga a disponer del servicio. Sin embargo, algunos arenales ya perdieron la bandera estos años por su imposibilidad para encontrar socorristas, según admite José Palacios, presidente de Adeac —la entidad que concede las enseñas— y coordinador del Grupo de Investigación en Actividades Acuáticas y Socorrismo.

Sin embargo, el de las banderas es un mal menor comparado con el verdadero problema que supone tener playas llenas de gente sin vigilancia. Según el informe publicado hace un mes por Adeac, los socorristas salvaron el año pasado 997 vidas en rescates complejos y aplicaron el desfibrilador, obligatorio también en playas con bandera azul, a 95 personas, con un porcentaje de éxito del 62%. A estas actuaciones entre la vida y la muerte sumaron otros 8.000 rescates sencillos y 204.743 intervenciones de primeros auxilios. En total, 213.748 actuaciones solo en las 694 playas más famosas del país.

El verdadero problema, en realidad, está en el resto de arenales sin bandera, que son la mayoría y que acumulan cada verano miles de bañistas. De hecho, el 80% de los ahogamientos se produce en zonas sin socorristas, según recuerda José Palacios. “En las playas con bandera azul estimamos una afluencia diaria por encima de los dos millones de usuarios y solo concentran el 0,1%”.

Y otra cifra que invita a la reflexión: entre enero y abril de este 2024 Galicia lideraba el número de ahogados en todo el país con 20. El año pasado fueron 46 en todo el año.

Las causas

A pesar de la crudeza de las cifras, Galicia arrastra el problema de la falta de socorristas desde hace muchos años, aunque no siempre por la misma razón. En la últimas décadas del siglo pasado apenas eran obligatorios en unos pocos espacios, por lo que no se formaban suficientes y a menudo se recurría a estudiantes de Inef. A medida que la legislación fue exigiendo socorristas se empezó a ver como una profesión, pero los cursos de formación eran escasos, complejos y, sobre todo, caros —1.500 euros—. Por último, entró en juego la burocracia, con un decreto de 2012 con el que la Xunta aspiraba a regularizar la profesión, pero lo que hizo fue dificultarla ya que endureció los requisitos para poder ejercer.

Entonces, la Xunta modificó el decreto en 2021 para flexibilizar el acceso al registro autonómico —obligatorio para ejercer— por nuevas vías formativas y creó incluso la figura del auxiliar de socorrismo. Desde entonces la situación mejoró en la teoría, ya que esa bolsa de profesionales se incrementó. Esta semana había anotados 3.800 socorristas en ese registro, según la Xunta, una cifra récord —un 30% superior a la de en 2022—. ¿Pero que ocurre entonces en la práctica para que no ejerzan?

Ahí entra la cuestión laboral y, sobre todo, salarial. Ser socorrista está poco pagado, sostienen los profesionales, con una media de 1.200 euros. Además, el periodo de trabajo es muy estacional: de dos a tres meses.

Así que cualquier socorrista que quiera dedicarse profesionalmente a ello “opta por marcharse a destinos como Canarias, Baleares, Andalucía o playas del Mediterráneo donde pueden trabajar entre seis meses y hasta todo el año”, explica José Palacios, que lleva tiempo defendiendo esa propuesta para Galicia. “Igual que tienes bomberos y no hay incendios siempre, ¿por qué no un cuerpo permanente de socorristas todo el año?”. Y más en un contexto donde “el cambio climático está alargando la temporada de playa y piscinas”.

Por último, pone el foco en otra de las patas del problema: la burocracia. “Las ayudas se convocan en el último momento y a estas alturas la gente ya se buscó la vida”. Y en este 2024 acaba de ocurrir de nuevo.

Las medidas no funcionan

La Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) no recibió este año todavía quejas concretas, pero hace tiempo que canaliza las demandas de los concellos, entre ellas una “homogeneización” de las condiciones laborales, pero, sobre todo, convocar las ayudas de la Xunta a los ayuntamientos para contratar socorristas con más margen.

“El año pasado se convocaron el 16 de mayo y este año el 31”, lamenta la entidad municipalista en relación a la orden de la Consellería de Presidencia, Xustiza e Deportes, con 1,5 millones para este fin. Los ayuntamientos piden más fondos, elevar el actual límite de 40.000 euros por concello y adelantar la publicación de las ayudas, porque las administraciones locales “tienen que seguir sus procedimientos administrativos y cumplir con los plazos para formalizar la contratación directa del personal”. Eso provoca que, a estas alturas, la mayoría de concellos no dispongan todavía del servicio.

Por ahora lo estrenó Sanxenxo en sus cuatro playas más urbanas y concurridas y en fines de semana, y se irán incorporando los 83 profesionales de forma escalonada para que el 1 de julio estén todos. En el concello de España con más banderas azules lo tienen claro: el servicio de socorrismo está externalizado desde 2021. “Así se profesionaliza, se dota de material y medios, hay un coordinador y un interlocutor”, explica desde el Concello Lorena Ferreño, que admite que sin esta fórmula serían incapaces de conseguir tal número de socorristas. No es el único ayuntamiento que tira de una empresa externa para cubrir este servicio. Este año se suma Sada, aunque hay más administraciones interesadas. En todo caso, la mayoría todavía están empezando a gestionar los contratos, por lo que es pronto para hacer una radiografía completa de la situación. Lo único seguro es que, un verano más, habrá muchas playas y calas sin socorrista.

“Para pringar el verano por el salario mínimo y jugarse la vida, prefieren trabajar de camareros”

“Para pringar todo el verano por el salario mínimo, con domingos y festivos y jugándote la vida, la gente prefiere irse a trabajar de camarero a un bar”. Esta frase de un socorrista de A Mariña lucense que opta por el anonimato resume a la perfección la problemática. En su día a día ponen en riesgo su vida, con bañistas que desoyen sus advertencias o medios insuficientes. El pasado verano, un día de mala mar “había cuatro personas en apuros a la vez y éramos solo dos socorristas”, recuerda. “De no ser por unos surfistas que nos ayudaron, no sé cómo acabaría”. Precisamente los surfistas son hoy por hoy los mejores aliados del servicio de socorrismo en muchos arenales. “Sobre todo en las semanas de junio o septiembre en las que muchas playas no tienen socorristas” o incluso “fuera de los horarios en los que las playas están vigiladas”, reconoce este profesional lucense, que coincide que la única salida es ofrecer salarios dignos y contratos de más meses.

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