La Opinión de A Coruña

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Un servicio para familias en riesgo de exclusión que da la talla

En esta tienda de Miño no se ponen etiquetas: “Dimos desde ropa de diario hasta un vestido de novia”

El ropero municipal de Miño atiende a 90 personas de toda la comarca | “Hay vestidos bestiales”, ensalza una voluntaria de este servicio acondicionado a modo boutique para evitar estigmas

Dos de las voluntarias que atienden en el ropero municipal de Miño, acondicionado a modo de boutique

El ropero municipal de Miño es una tienda más del municipio salvo por dos detalles, en este establecimiento no se ponen etiquetas, tampoco precios. El Concello ha querido “dignificar” este servicio dirigido a los vecinos en riesgo de exclusión social y ha acondicionado el local a modo de boutique para combatir estereotipos y estigmas.

La decoración es casera, diseñada con mimo por las voluntarias para transmitir calidez. “Intentamos normalizarlo al máximo, que lo vean como una tienda normal y corriente. Cuando empezamos había gente que se asomaba y preguntaba a cuánto vendemos”, explica risueña Ánxeles Gómez, una de las vecinas de Miño que atiende tras el mostrador todo tipo de necesidades, desde las de vecinos que atraviesan un bache puntual a familias en una situación de extrema vulnerabilidad.

Cuando este ropero inició su andadura hace ya más de un año, las voluntarias tuvieron que recurrir a amigos y allegados para llenar perchas y baldas, pero ahora, cuentan, están “desbordadas”. La solidaridad vecinal ha superado con creces las expectativas del Concello, que tramita ahora una ayuda para ampliar el espacio de almacenaje.

Basta echar un vistazo rápido a la antigua pastelería del Rabazal que el Concello ha acondicionado como almacén para darse cuenta de la necesidad acuciante de espacio: cajas y más cajas se apilan en estantes y salas anexas. No solo ropa, también juguetes, peluches, carritos de bebé, mantas, sábanas, cunas... y más enseres donados por los vecinos que aguardan por una nueva vida.

Todas las donaciones se someten a una criba previa. Y es que no todo vale. En este ropero municipal las prendas tienen que cumplir unos estándares de calidad, el resto se dona a Insertega para reciclaje. La ropa que cumple los requisitos se somete a un proceso de lavado y planchado para que llegue a la tienda en perfecto estado. Alguna tiene hasta etiquetas.

Dos voluntarias muestran el material apilado en el almacén del ropero municipal

“Nos donaron ropa de bebé sin estrenar. Y tenemos trajes buenísisimos y vestidos bestiales, hay uno azul con pedrería para caerse de espaldas...”, cuenta Ánxeles. En su poco más de un año han dispensado todo tipo de prendas, desde ropa de diario “hasta un vestido de novia”. Ánxeles Gómez y Ana Lucía González, otra de las voluntarias, tienen claro que la necesidad no está reñida con la coquetería y si hace falta, ejercen de personal shopper: “Aquí combinamos lo habido y por haber”, bromean.

Las necesidades son variadas. Hay personas, relatan, que acuden a este ropero en busca de lo más básico. Otros, a por un traje para una entrevista de trabajo o para celebrar un día especial en un momento en que los números les dan para pocas, muy pocas alegrías.

Al ropero acuden vecinos de Miño “de toda la vida” y otros recién llegado de otros países en busca de un primer empujón: “Recuerdo una mujer que le costó un mundo entrar para coger algo para su hijo, pero pronto encontró trabajo y no volvió más”, cuenta Ánxeles.

Tenemos vestidos bestiales, hay uno azul con pedrería para caerse de espaldas.."

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En la actualidad, atienden a cerca de noventa personas, no solo del municipio, de toda la comarca. Y es que se trata de un servicio pionero en el área, que al que han recurrido familias de otros municipios. Todos los usuarios disponen de su correspondiente ficha y los hay que se ofrecen como voluntarios una vez que superan la mala racha.

Aluvión de donaciones para Ucrania

En este ropero y en el almacén situado en la misma calle las horas del día se quedan cortas para atender la demanda actual por la guerra de Ucrania. En las últimas semanas, las donaciones se han multiplicado para ayudar a los refugiados, cuentan las encargadas. “La gente está respondiendo de una manera impresionante, se está volcando muchísimo, estamos muy orgullosas de nuestros vecinos”, cuenta Alicia Lago, voluntaria que ayer se afanaba en embalar el material donado a la espera de nuevas furgonetas con destino a Polonia.

Ella y Ximena Lago hacen una pausa para mostrar con orgullo todo el material apilado en el almacén. No les sorprende este aluvión de solidaridad, cuentan. Ya lo vivieron en otras emergencias, como la de La Palma . Y es que para lograr que este ropero funcione, todos en Miño dan la talla.

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