La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

Tres décadas de amor a las setas

La asociación Andoa culmina hoy con una muestra la XXX Semana Micolóxica de Cambre

Salida de la asociación cambresa al campo, en 2021. | // LA OPINIÓN

“Si solo te interesa la parte gastronómica y las ocho o diez especies que consumimos por aquí, te pierdes un mundo hermosísimo que no llegas a entrever siquiera”, proclama Jesús Fernández, el presidente de la Asociación Micolóxica Andoa, de Cambre, organizadora de la XXX Semana Micolóxica cambresa, que impulsó el Concello y que hoy prevé celebrar su broche con una exposición de los ejemplares recogidos ayer en una salida al campo. Con 26 años de trayectoria, la entidad cambresa, que comenzó como “un grupo de amigos”, celebra el auge del mundo de las setas y el aumento de la información disponible pero advierte de que, para aprender bien a identificar las especies y, sobre todo, descartar las tóxicas o mortales, lo más fiable sigue siendo integrarse en una asociación y “aprender de los expertos”.

Degustación de setas impulsada por Andoa, en 1997. | // LA OPINIÓN

El presidente tira por tierra algunos de los mitos o bulos sobre el mundo de las setas. “Hay setas de colores muy vivos que son muy buenos comestibles”, garantiza. “Las cantarelas, unas de las setas más habituales de consumo, son de colores amarillos anaranjados vivos, que se ven muy bien, son muy bonitos. Y la lepista nuda, a la que llaman pie azul, tiene tonos violetas, morados, y es muy bonita y muy buen comestible”, detalla y asevera: “El color y la forma no son ningún indicio de comestibilidad o no comestibilidad. La única forma de saber si una seta es comestible es sabiendo identificar con un 100% de certeza las especies que estás cogiendo y que vas a consumir”.

Para la identificación, deben usarse “los cinco sentidos”, afirma. “No vale solo con ver una foto, eso puede ser una fuente de problemas”, avisa. “Hay ver que los caracteres macroscópicos, los adornos, restos del velo... y olerla y tocarla, porque a veces el olor y el tacto son el elemento diferenciador. Y probarla, porque a veces una pica y otra no o una es amarga y otra parecida, no”, precisa. Y añade que también se debe usar el oído. “Cómo rompen, qué tipo de ruido hacen cuando las coges. Hay una familia de setas, las russulales, que cuando las rompen hacen un chasquido, como cuando rompes una tiza, muy característico de ese grupo”, explica. “El color puede ser muy variable, el tamaño puede ser tremendamente variable... Hay que mirar todo, conocerlas bien. Y ahí no tienes más remedio que aprender con alguien que te enseñe”, zanja.

Pese a la expansión que ha vivido el mundo de la micología, el presidente recuerda que en la zona del Cantábrico y Galicia “había mucha micofobia, miedo, era pan do demo y las setas estaban asociadas al diablo y a todo lo malo”, afirma Fernández, quien cita, en contraposición, la tradición de “micofilia” que atesoran zonas como Cataluña o País Vasco. Y anima a los no iniciados a probar y a conocer: “Es un mundo muy atractivo, muy bonito. Y te puedes comer alguna seta, que también está bien”.

Hasta unas 100.000 especies estudiadas y cerca de tres millones existentes en total esperan a quienes se animen a adentrarse en la materia. Y, en Cambre, expertos, talleres y unos 190 socios saludarían su acercamiento a los bosques.

Compartir el artículo

stats