Pasión por Oleiros: cuando llevas el municipio tatuado bajo la piel

Tatuarse construcciones emblemáticas como el castillo de Santa Cruz o el faro de Mera es tendencia, sin distinción de sexo ni edad

Alba Seijas, en su taller en Santa Cruz.|   // L.O.

Alba Seijas, en su taller en Santa Cruz.| // L.O. / M. Villar

El castillo de Santa Cruz en líneas básicas y esquemático o una versión completa, con el arbolado, las rocas, la pasarela y un cielo de verano. O el faro de Mera, con una pequeña Torre de Hércules al fondo. La joven Alba Seijas abrió Le Freak Tattoo en Oleiros en septiembre del año pasado, el primero del municipio, y en estos pocos meses ya ha realizado numerosos diseños de estas construcciones emblemáticas del concello.

“Hay mucha gente que se quiere tatuar cosas de Oleiros. El castillo de Santa Cruz me lo piden mucho y me parece muy divertido hacerlo, tanto en trazo sencillo, en negro, como con color, que es como más me gusta. Una pareja, de los primeros que vinieron, me pidieron el castillo con el árbol característico que tiene delante”, explica Seijas, coruñesa que reside en Santa Cristina y trabaja en Santa Cruz y lleva cinco años en esta profesión de escribir en tinta bajo la piel.

El castillo de Santa Cruz, con el arbolado y la pasarela, en un brazo.

El castillo de Santa Cruz, con el arbolado y la pasarela, en un brazo.

Diseños poéticos como un globo que acaba de soltársele de la mano a alguien, una familia de elefantes o un colorido unicornio, son otros de los diseños elegidos por los vecinos y vecinas de Oleiros. Esta artista también ha tatuado un reloj blando inspirado en el cuadro de Dalí, un Songoku, un balón-corazón con sus arterias y las siglas del Dépor y frases de trazo fino, como Hasta el infinito y más allá (de Toy Story). En uno de sus diseños figura hasta un aerogenerador siendo contemplado con asombro por un Snoopy. Acuden muchas parejas que se hacen tattoos idénticos o que se complementan. Y cada vez es más habitual como obsequio: “En tarjetas regalo, para Navidad, Día del Padre...”, añade Alba.

La tatuadora Alba Seijas, en su taller en Santa Cruz. |   // L.O.

Tatuaje del faro de Mera en una pierna. // L.O. / M. Villar

“Puedes pensar que viene mucha gente joven, y sí, pero también gente mayor, de más de setenta, lo que me ha sorprendido.”, destaca Seijas.

Los tatuajes en este municipio gustan a todas las edades y por igual a hombres y mujeres. Por el taller de esta tatuadora pasan personas que tienen muy claro lo que quieren y otras que diseñan y perfilan lo que desean con Seijas, que quince días después les pasa revisión. “Antes había mucho tatuaje entero, ahora piden más cosas pequeñas y de líneas muy finas, que son más difíciles de hacer”, añade.

Alba Seijas es una educadora social que decidió cambiar la profesión por la pasión. “Tengo formación en dibujo, pintura y Bellas Artes. Una amiga me regaló un día una máquina de tatuar y tatué una naranja. Me enganchó desde el principio”. Nunca le han pedido eliminar tatuajes antiguos pero sí encubrirlos.. “Me encanta retocar estos tatuajes, cubrirlos. Es como un puzle, tienes que hacer que quede bien encajado lo que ya estaba con lo nuevo. Es un trabajo muy agradecido. “No te fíes de un tatuador que no esté tatuado”, avisa Alba. Ella tiene en un brazo la Maternidad de Gustav Klimt.

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