Casilda se jubila tras “50 años cotizados” y 18 haciéndole la cena a médicos de Urgencias de Oleiros

La propietaria del bar Loly de Santa Cruz quiere dedicar su tiempo libre “a viajar”

Casilda, esta semana en el Bar Loly de Santa Cruz. |   // I.R.

Casilda, esta semana en el Bar Loly de Santa Cruz. | // I.R.

“Me da pena dejarlo por los clientes. Mira, ese señor que está ahí lleva 23 años viniendo a comer todos los días, desde antes de tener yo el bar. Espero que el que compre el local quiera continuar con la cafetería y la cocina para que puedan seguir viniendo los clientes fijos”, relata Casilda Conchado, propietaria y cocinera de Bar Loly, justo enfrente al centro de salud de Santa Cruz, que está a la venta desde hace unos meses. Casilda vende el establecimiento en el que ha atendido durante los últimos 21 años porque se jubila dentro de poco “tras cincuenta años cotizados”.

Trabajadora como Casilda, de esas ya hay pocas. “Menos de 16 horas al día de pie trabajando, no he estado nunca. Abro, cocino, sirvo y cierro”, cuenta. Con una sonrisa y con alegría relata una vida de trabajo, atendiendo a los clientes y cocinando, horas y horas de pie sin quejarse. “Trabajo desde los 14 años, estuve diez en Suiza, en Berna”, destaca esta vecina natural de Lorbé, ejemplo de lo que han hecho tantos gallegos y gallegas en las últimas décadas, emigrar para ahorrar un dinero y poder montar un negocio, tener un futuro, en su tierra.

“Lo que quiero hacer en cuanto me jubile, cuando tenga todo el tiempo libre, es viajar. Pero nada de excursiones organizadas para mayores, ni obradoiros ni nada de eso. Quiero ir a donde yo quiera y a mi aire. Primero de todo, a Berna. Allí dejé amigas y tengo muchas ganas de volver. Cuando yo emigré a Suiza me llamó muchísimo la atención la diferencia con Galicia, aún hoy allí van como veinte años por delante. Yo nunca había visto nada igual”, explica Casilda.

“He olvidado algunas palabras pero aún me defiendo en alemán”, señala esta cocinera que colecciona imanes de países que le regalan clientes y que tiene pegados en las dos grandes neveras dentro de este bar que aún ofrece algo que hoy en día está desapareciendo: varias opciones de menú del día y también distintos desayunos.

Este bar antes que Loly se llamó Brétema y estuvo unos siete años con Araceli al frente, antes de adquirirlo Casilda. Esta mujer ahora también lo vende pero no lo hará a cualquiera, sino “a persona de confianza y trabajadora”, por una razón: porque se preocupa por el cliente y quiere que siga bien atendido. “Desde hace 18 años también le hago la cena y se la llevo a los médicos de Urgencias del centro de salud. Me gustaría que siguieran atendiéndolos”, señala Casilda, quien ofrece el secreto del buen hostelero, para que funcione un negocio: “tener mucha paciencia”.

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