La única granja de vacas en Oleiros, al lado de la Casa Consistorial

Unos jóvenes crían 30 reses de carne en libertad, y mientras un vecino se queja de mal olor y moscas, otros lo ven como “un regalo”

Parte de las reses de la explotación ganadera de la rúa da Cruz. |   // I.R.

Parte de las reses de la explotación ganadera de la rúa da Cruz. | // I.R. / M. V.

M. V.

La que hace décadas fue la granja de los Conchado, en la actualidad mantiene su uso ganadero gracias a una familia de jóvenes que decidieron regresar al campo que conocían por sus orígenes y porque les gustan los animales. Manuel y Natalia Pérez tienen unas treinta cabezas de vacas de carne a escasos metros de la Casa Consistorial de Oleiros. Según apuntan, son la única explotación ganadera del municipio. Una isla en medio de un concello de urbanizaciones de chalés con piscina. Una vida, y una actividad, que ha generado quejas continuas de un vecino ante el Concello, aunque los demás residentes en el entorno están encantados.

Las vacas rubia gallega, angus, azul belga y otras razas, pastan y corren libres por los enormes prados en la rúa da Cruz, que lindan con la parte de atrás del instituto Miraflores. Los terneros maman en la ubre de sus madres en lugar de ser alimentados por un robot, como sucede en muchas granjas modernas. Alrededor del cercado vuelan grandes mariposas mientras duermen al sol varios gatos. Esta misma semana nació un ternero, y hay otro que se llama Baltasar porque nació el Día de Reyes y estaba tan enfermo que Natalia lo crio “con una estufa y jeringuilla” para darle la leche.

Un vecino que tiene vivienda en A Coruña y una casa en esta calle ha presentado varias quejas ante el Ayuntamiento de Oleiros por “proliferación de moscas, ratas y malos olores”. Denunció incluso que no veía retirada de purines y podía afectar a la “salubridad general”, además de quejarse por el caso de tractores y maquinaria por la calle “estrecha, sin aceras”, y haciendo el camino “intransitable” y poniendo en peligro a los ciudadanos. También preguntaba al Concello si en la finca había permisos para la actividad.

El Gobierno local respondió a estos escritos indicando que existía informe de la Policía Local que señalaba que no había actividad económica, solo vacuno en régimen de autoconsumo, y que estaba “inscrito” en el registro de explotaciones ganaderas de la Xunta y no existía estabulación. Añadía que los terrenos son suelo urbanizable sin desarrollar, lo que permite el uso agropecuario propio de la situación rural y no requiere título municipal para su actividad. Advirtió de que las antiguas naves, en estado ruinoso, tienen que ser demolidas.

El ganado de esta granja tiene sus crotales y pasa las inspecciones de la Xunta, “la última hace quince días”, según esta familia. No hay pozo de purín porque los animales están en libertad y el estiércol se retira a una finca para abonarla, donde plantan patatas.

Estudiantes y familias

Mientras este vecino protesta por los olores y las moscas delante de su casa, otros residentes en esta misma calle piensan lo contrario. “Esto es el campo, de verdad, no Central Park. Yo estoy aquí por estas vistas, por ver las vacas. ¿Mal olor? También en A Coruña tienes la refinería. Al que no le guste que venda la casa y se vaya a otro sitio. Yo creo que esto es un regalo. Mi hijo viene a ver las vacas todos los días y les da hierba en la mano”, señalan desde la vivienda frente a la entrada a la granja. Los vecinos señalan que los responsables de esta explotación, cada vez que mueven el ganado y se ensucia la calle con bosta, barren y friegan.

También los estudiantes del instituto Miraflores acuden de vez en cuando a esta granja con el profesorado para ver cómo es el trabajo con ganadería. “Muchos nunca han visto una vaca, les enseñamos y explicamos y pueden tocarlas”, destaca Natalia y también su cuñada. “Mis cuñados y mi pareja empezaron con dos vacas en 2017 y fueron ampliando, aunque después cada uno tiene su trabajo aparte”, subraya.

Una madre suele venir también con su hijo porque le gusta darle de comer a las vacas y “le gusta más que ir al parque”. “Las chicas y chicos de la granja son encantadores, trabajan mucho, son muy limpios. Esto es la vida normal. Lo que pasa es que gente de ciudad viene aquí con una idea, quieren verde, no campo, y todo perfecto. Para nosotros sería terrible que no estuviesen y en su lugar construyesen edificios”, subrayó una residente, que señaló que el hombre que presentó las quejas también denunció a otros vecinos por olores, la luz y el agua.