Una Coruña inclusiva

A lo largo de estos últimos 20 años nuestra ciudad se ha ido transformando en todos los aspectos, también en lo que a labor social se refiere. A Coruña ha sido siempre una ciudad comprometida, ejemplo de solidaridad, y este ha de continuar siendo el camino para los próximos 20 años, pues quedan todavía muchas barreras por romper.

Las diferentes instituciones y entidades sociales de nuestra ciudad llevamos años trabajando para hacer de A Coruña un modelo de ciudad inclusiva y el objetivo que nos marcamos no es ya el de construir una ciudad más inclusiva, sino que esta sea inclusiva en sí, en el sentido más amplio de la palabra. Es de justicia y este ha de ser el objetivo a alcanzar. 

Soy muy consciente de que se trata de un reto complejo y ambicioso, pero esta ciudad alberga una sociedad madura, con un tercer sector fuerte que muy pocas ciudades del mundo poseen, y no debe aspirar a menos. Las sociedades más avanzadas son aquellas que han logrado construir un gran sistema de convivencia.

La pandemia ha frenado muchos programas y sus destinatarios se han visto gravemente perjudicados. Ha sido un año y medio duro para todos, pero para ellos lo ha sido de una terrible crudeza. Nuestros mayores, las personas con diversidad funcional o familias con pocos recursos que se quedaron sin ingresos y para las que la educación a distancia fue un imposible, están aún hoy sufriendo los efectos de una “normalidad” con un déficit alto de solidaridad.

Para que esto deje de ser así, para que la Coruña de dentro de 20 años sea realmente un ejemplo de ciudad inclusiva hay que trabajar a fondo con los profesionales del futuro, es decir, con los niños y adolescentes de ahora.

La personas en riesgo de exclusión deben tener las mismas oportunidades en su desarrollo personal y profesional. Los prejuicios, el miedo y desconocimiento de buena parte de la sociedad hace que, en demasiadas ocasiones, la diversidad prevalezca, por desgracia, a la calidad de un currículum vitae.

El trabajo en las aulas es la clave. Entre todos, debemos favorecer la formación de ciudadanos competentes e innovadores, pero también emocionalmente sanos, con habilidades sociales, capaces de afrontar problemas y comprometidos con el entorno que les rodea. Debemos transmitirles la riqueza de la diversidad y de las diferentes capacidades.

Pero también se debe facilitar la práctica de un ocio inclusivo. Si el trabajo en las aulas no tiene continuidad fuera y en su día a día, nunca lo conseguiremos. Desde la Fundación María José Jove llevamos años facilitando esta convivencia y los resultados no dejan lugar a dudas.

Queda mucho por hacer, pero sabemos cuáles son los ingredientes que hay que utilizar y, sobre todo, cómo mezclarlos: compromiso, solidaridad, respeto, valentía, superación, esperanza, tenacidad e imaginación. El futuro de A Coruña transcurre por aquí y entre todos: administraciones, empresas, ciudadanos, lo podemos conseguir.