Una falta de planificación de la travesía y el despiste de la persona encargada de la guardia de navegación fueron los dos factores que, combinados, desencadenaron hace un año -el 10 de marzo de 2014- el accidente del pesquero portugués Santa Ana, en el que fallecieron ocho marineros, tres de ellos gallegos, frente al cabo Peñas, en la costa asturiana. Así lo revela el informe del suceso emitido por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), adscrita al Ministerio de Fomento. El análisis realizado no aprecia causas técnicas (anomalías en la embarcación) desencadenantes del embarrancamiento. Lo más dramático del suceso fue que los tripulantes del Cidade de Albufeira -que salió del puerto a la vez que el Santa Ana para pescar juntos xarda- se dieron cuenta de que el rumbo del buque siniestrado era erróneo y de que iba a embarrancar. Intentaron alertarlo pero no lograron contactar con su tripulación.

El segundo patrón del Cidade de Albufeira, que navegaba a babor del Santa Ana, se dio cuenta de que el pesquero portugués -pero de capital gallego- iba derecho a la rompiente. Intentó contactar con él por varios medios. "Primero llamó con el equipo de radiotelefonía, por el canal 13 de VHF que empleaban como canal de trabajo, sin obtener respuesta", apuntan los expertos. Después, intentando alertar de la forma que fuera, recurrió al móvil. "Llamó al teléfono del segundo patrón y al del pesquero, pero la compañía operadora le dio el mensaje de que el teléfono del segundo patrón estaba inoperativo y de que el teléfono del buque estaba apagado o fuera de cobertura", recoge el informe. Poco después, el Cidade de Albufeira dejó de recibir la señal de identificación automática (AIS) del Santa Ana, y dio la vuelta por temor a que se hubiera producido un accidente. El patrón, testigo del rumbo erróneo, explicó a los investigadores: "No tenía sentido que estando más cerca de la costa no tuvieran cobertura telefónica".

El apagón del AIS se produjo a las 05.17 horas. Un cuarto de hora después el Cidade de Albufeira llamó al Centro de Salvamento de Gijón para informar de que el Santa Ana no contestaba a sus llamadas y de que podría haberse estrellado.

La investigación concluye que las travesías del buque no solían planificarse con antelación, sino que era el encargado de la guardia quien estimaba el rumbo necesario y gobernaba con el piloto automático (sin trazar los rumbos en las cartas náuticas). El único superviviente del siniestro se retiró del puente para descansar antes del último cambio de rumbo y no se sabe cómo se determinó ni por qué el encargado de la guardia no comprobó la situación.