'Los Fabelman': Spielberg evoca, inventa, olvida, construye y destruye

Más que una película sobre el aprendizaje cinematográfico de Steven Spielberg a muy temprana edad, ‘Los Fabelman’ es la evocación de la infancia y adolescencia del cineasta y, sobre todo, de las relaciones entre sus padres y la influencia que sobre él ejerció su madre. Encarnados por Michelle Williams y Paul Dano, los padres del director de ‘Tiburón’ son el epicentro del relato. Están tratados, pese a sus diferencias, disputas y dramas, de forma muy entrañable, como no podría ser de otro modo tratándose de Spielberg.

La fascinación que el cine ejerció tan pronto en el joven protagonista –el filme se abre con el estreno de ‘El mayor espectáculo del mundo’, fastuosa película de Cecil B. De Mille sobre el mundo del circo que el niño contempla maravillado–, así como sus primeros rodajes caseros y los filmes bélicos y del Oeste en Super 8 y 16 mm que realizó en su juventud, son algo así como el adorno a la historia central.

 Los personajes son reales, pero Spielberg se toma licencias. No deja de ser un relato de ficción “basado en hechos reales”. Spielberg recuerda, evoca, modela, inventa, olvida, construye y destruye. Nunca sabremos si es verdad lo de su entrevista con John Ford –interpretado ni más ni menos que por David Lynch–, ni si el antisemitismo que sufrió en el instituto californiano fue tan contundente o si tuvo la relación con una joven profundamente religiosa. Son detalles y destellos de una existencia no precisamente edénica –sus padres se separaron–, pero tampoco amarga, recreada con cierta ternura cuando alguien –Spielberg tiene 76 años– llega al otoño de su vida. QUIM CASAS