Aunque no haya en su película sombra de inseguridad, el documentalista británico Mark Cousins, responsable de la serie 'The Story of Film: An Odyssey' (2011), toma dos riesgos en su documental 'Mi nombre es Alfred Hitchcock'.

El primero es acercarse a la obra de un cineasta estudiado desde todos los ángulos. Aunque hay millones de maneras de mirar, siempre será más difícil encontrar observaciones y descubrir cosas nuevas en la obra de un director muy estudiado que en la de otro menos conocido. Aun así, Cousins sale reforzado del desafío.

Estructurado en bloques en torno a conceptos como el deseo, la soledad y la necesidad de escapar, 'Mi nombre es Alfred Hitchcock' es una inmersión más que estimulante en el lenguaje de las películas del cineasta. La decisión de abordar la obra de Hitchcock de forma conceptual y dedicar parte importante del documental a las películas menos conocidas del cineasta juegan a favor de la propuesta, así como la innegable habilidad de Cousins para leer los planos y su obsesión por el detalle.

El otro reto es más delicado. Es el propio Hitchcock, con las reflexiones de Cousins y la voz del imitador británico Alistair McGowan, quien narra el documental. Esa apuesta parece responder al deseo de desacralizar al cineasta, de hacerle cercano (la voz en off incluye reflexiones sobre su vida, su salud, sus sentimientos). Es una apuesta juguetona y llamativa, tiene mérito por osada. Pero, a la vez, es inevitable sentir que es una decisión algo presuntuosa.