Desde hace tiempo somos muchos los que nos preguntamos si no es posible una Política Pesquera Común que vaya indefectiblemente unida al principio de estabilidad relativa.

En el mismo orden, nos preguntamos asimismo qué posibilidades de supervivencia tiene la flota -en este caso la gallega- con la aplicación de las medidas inherentes a los descartes previstos por la UE. ¿Será este un fracaso más en la aplicación de la política pesquera comunitaria?

El principio de estabilidad relativa en la pesca no es otra cosa que el reparto, en cuotas de pesca nacionales, de las posibilidades de pesca de las principales especies pesqueras comercialmente explotadas en aguas de la Unión Europea. La aplicación de este mecanismo de reparto provoca asignaciones injustas y discriminatorias de las verdaderas posibilidades de pesca entre los diferentes países miembros de la UE.

No se trata de un principio básico establecido en los tratados, aunque es fundamental en los presupuestos de la PPC.

Cuando todavía no se ha logrado el equilibrio entre el nivel de explotación y la capacidad de pesca, la Unión Europea aplica vendas allí donde la herida, si bien existe, no ha recibido la más mínima atención.

Resulta obligatorio, por tanto, preguntarse hasta qué punto el principio de estabilidad relativa es una conveniencia que, como había señalado el secretario xeral de la Consellería do Mar, Juan Carlos Maneiro, levanta una "barrera" a los intereses pesqueros gallegos.

Descartes y principio de estabilidad relativa van de la mano en esa especie de intentona comunitaria de reducir en todo lo posible la fortaleza de la flota gallega de pesca. Porque si los descartes se aplican como se ha acordado, resulta que eliminaremos al tirarlo por la borda, aquello que la UE no permite pescar pero que llega a bordo como especie no objetivo, es decir, como especie asociada. Porque una cosa es pescar y tirar al mar lo que no tiene salida comercial y otra es hacerlo porque el barco no puede acceder a puerto con una carga que sabe es ilegal.

¿Considerará realmente la UE que de este modo reparte las posibilidades de pesca? ¿No se puede eliminar la obligatoriedad de descartar, basándose en capturas previsibles? ¿Quién garantiza las posibilidades de pesca cuando todavía existen tantas especies de las que ni siquiera se conoce su stock?

Ya no habrá intercambio de cuotas entre los estados. Da la impresión de que se eliminan flotas como la merlucera gallega, la anchoera francesa, el arrastre de litoral, la volanta...

Bruselas dibuja un panorama muy sombrío, propio del clima de la capital belga y sin tener en cuenta que el sol también calienta los puertos del sur de Europa.