Recientemente se han cumplido cien años de la llegada del sacerdote D. Baltasar Pardal Vidal a la barriada coruñesa de las Atochas (alta y baja), laberinto urbano, inmediato a la plaza de España (regenerado en tiempos del alcalde Molina), hoy de actualidad por la pronta integración en el grandioso cuartel de Alfonso XII (también de Atocha) de unidades y servicios del Ministerio de Defensa esparcidos por los distintos puntos de La Coruña. El nombre de D. Baltasar, indisolublemente unido a las Atochas, alcanza tintes universales a través del Instituto Hijas de la Natividad de María, cuya obra trasciende nuestros mares en su lucha contra la indigencia y en el fomento del desarrollo humano, proporcionando alimento y educación integral primaria, postescolar y media. Acaba de publicarse Baltasar Pardal Vidal, sacerdote diocesano, catequeta y fundador, del profesor Carlos García Cortés, en el que se recoge la actividad de nuestro clérigo como teólogo pastoral, su erudita prédica catequística, la magnitud de su obra y la grandeza de su voluntad en favor de los desvalidos en una zona coruñesa tan humilde como populosa. Desde allí, desde las Atochas, irradió allende el Atlántico el ejemplo y celo de la Iglesia en tiempos, como los actuales, en los que no puede permanecer impasible ante la injusticia. La causa de beatificación de D. Baltasar, canónigo magistral que fue de la Colegiata de Santa María del Campo, se tramita en Roma hace 12 años con menos tensión que la deseada por los coruñeses. En mayo de 2012, el papa Benedicto XVI proclamó las "virtudes heroicas" de nuestro sacerdote declarándolo "Venerable", es decir, ejemplo de virtuosidad y modelo de vida. Lentamente, D. Baltasar camina hacia los altares como arquetipo solidario de generosidad, cuya inteligente tarea pastoral la diseñó para fortalecer el alma de quienes buscan hacer las paces con su destino.

Otrosidigo

"Amasarás el pan con el sudor de tu frente", reza el precepto. Así, en la Ciudad de la Cultura, multiusos de costoso sostenimiento, acaban de celebrarse unas jornadas dedicadas al pan de Galicia. La tradición panadera de Galicia se asocia a los nombres de Cea, Carballo, Vilaboa, Carral, etc., pan excelente, cuyas propiedades alimenticias no alteran el paladar ni producen sed. Moita miga se titularon las jornadas, cuyo pretexto, además de la divulgación, es procurar enriquecer las estadísticas de las faraónicas instalaciones.