Galicia inicia el nuevo curso político con un trampantojo en el que la lealtad está superada por la ambición. La crisis agropecuaria sigue latente, tan es así que los ganaderos pasamos de derramar la leche vacuna cerca del Parlamento regional a ilustrar los Cantones coruñeses con alegorías bovinas de ejemplares frisonas (de la granja ecológica de Mesía Casa Grande de Xanceda, tan vinculada a la familia de Fernández Armesto, "Augusto Assía", en el universal mundo periodístico) para hacernos sentir que no hay voces labriegas, no se escucha la voz del campo. Registramos que en Monterroso (Lugo) una licenciada en Empresariales, con la ayuda de la música de Mozart, cuida su ganado holandés, que le produce más leche y de mejor calidad. Mozart viene a ser como una exaltación agradecida que lleva, al ámbito rural, la voz rotunda de los antiguos trovadores. Aquí añoramos el grandioso Festival de Mozart, cita internacional que arrinconó el alcalde Negreira. Menos mal que el actual regidor don Xulio nos ha dejado oír a la Banda Municipal, en su reaparición entre pulpo, tortilla y empanada, en la romería de Santa Margarita. Nuestros labriegos debieran imitar a la granja de Monterroso y, tal vez, les convenga reemplazar la gaita que le produce melancolía a la rubia gallega, aunque perdamos alguna seña identitaria. Hora es que el nacionalismo y su aliado el populismo, tan aderezados de nostalgia, adopten un proyecto renovador, alejados de la radical UPG que vive entre la ficción y la utopía. El PSG lo utilizó como comodín para gobernar la Xunta y su alianza fue un pertinaz desasosiego, porque el BNG no sabe sobrevivir sin ira y, el socialismo, no suele permanecer mucho tiempo en los anaqueles de la lealtad.

Otrosí digo

El pasado lunes 10 de septiembre se cumplieron 55 años de la inauguración por Franco del gigantesco embalse de Belesar en el río Miño (10-9-63), obra de ingeniería que, por su innovación, constituyó un hito en Europa. Su director fue el ingeniero coruñés don Luciano Yordi de Carricarte. La obra tiene una altura de 129 metros, un volumen de excavación de 52.000 metros cúbicos, en ella se emplearon 735.000 metros cúbicos de cemento. Las obras se iniciaron el 19-8-57, un año después se desvió el río Miño dando trabajo a 3.600 obreros durante 24 horas y otros 2.000 indirectamente. Fueron anegadas 25 poblaciones, entre las que destaca Portomarín, que fue trasladado fuera de aguas, con sus edificios más emblemáticos. Don Pedro Barrié fue el impulsor de Belesar, cuya capacidad de embalse es de 655 hectómetros cúbicos, es decir, 655.000 millones de litros, cifras que calibran la fuerza ingente que retiene esta gigantesca obra hidráulica y el indiscutible talento de su ingeniero director, Sr.Yordi de Carricarte, el coloso de Belesar.