El pasado 1 de enero se cumplió el 60 aniversario del triunfo de la revolución castrista en Cuba y la caída del presidente Fulgencio Batista. Durante 6 décadas, los apologistas del régimen comunista han contado todo tipo de patrañas, falsedades y calumnias sobre este político y militar cubano. Batista, hijo de una humilde familia de campesinos, fue cortador de caña, obrero ferroviario hasta que a los 20 años ingresó en el Ejército. Fue uno de los protagonistas que en 1933 derrocaron al dictador Gerardo Machado. En 1940 elaboró una constitución de las más democráticas y progresistas de América. Ese mismo año se presentó a las elecciones y fue elegido presidente hasta que terminó su mandato en 1944. En 1952 volvió al poder tras encabezar un golpe de Estado. En 1953, Fidel Castro encabezó un ataque al cuartel Moncada donde los castristas asesinaron a más de 20 soldados. Tras ser detenido, tuvo un juicio con todas las garantías y fue condenado a 15 años de prisión en la isla de Pinos. Tras cumplir dos años de condena, en mayo de 1955 el presidente ordena ponerlo en libertad, una decisión de la que Batista se arrepentiría para el resto de su vida.

Entre tanto, Batista inicia una política que mejoró las condiciones de vida de la población. El arroz se vio favorecido por el aumento de su cultivo, produciendo enormes cantidades para el consumo interno. La producción de grasa porcina se incrementa. Antes de la llegada de Castro al poder, había 87 hospitales públicos y un sistema de clínicas privadas. En 1958, el 93% de los habaneros estaban alfabetizados, según estadísticas oficiales y de la Unesco. Había 3 canales de televisión, uno de ellos en color, y una parte de la población comenzaba a tener automóvil propio. Mientras que en otros países, en aquella época era una quimera. El día que caiga el actual régimen la historia hará justicia y el general Fulgencio Batista pasará a ser recordado como el mejor presidente de la historia de Cuba.