La Opinión de A Coruña

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Ernesto Ekaizer

Ucrania: una guerra subsidiaria

Imágenes que evocan la Guerra Civil española y los bombardeos de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial son las que nos trae Ucrania a una distancia de 3.000 kilómetros

Vladímir Putin, según ha explicado este fin de semana al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y unos días antes al francés, Emmanuel Macron, va a por todas y no parará hasta controlar Ucrania, aunque para ello llegue a su destrucción, como ya es visible, si no consigue una rendición incondicional. “Lo peor está por llegar”, dijo un portavoz de Macron después de una conversación telefónica de hora y media entre el Palacio del Elíseo y el Kremlin. La guerra –palabra que los medios de comunicación en Rusia tienen prohibido usar bajo amenaza de cárcel– de Putin, ¿ha sido la reacción a la amenaza inminente que podía representar Ucrania para Rusia? La respuesta es no. Ucrania no suponía un peligro inmediato, nuevo, que podría explicar el giro espectacular de Putin, un giro preparado, que no improvisado. ¿Ha habido, por decirlo de manera exagerada, algo parecido a un atentado de Sarajevo 1914? Y, aunque su Constitución así lo asume como posición de principios, Ucrania no ha solicitado formalmente entrar en la OTAN.

Durante semanas, si no meses, el presidente ruso negó sistemáticamente las informaciones promovidas por la Administración Biden y los servicios de inteligencia de Estados Unidos sobre la preparación de la guerra con un pretexto falso. El domingo 20 de febrero, Macron propuso a Putin y a Biden la celebración de una reunión bilateral entre ambos presidentes como paso previo a una cumbre sobre la seguridad en Europa. En un comunicado, el Elíseo informó de que tanto uno como otro habían aceptado la iniciativa del encuentro bilateral. Según la información francesa, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, debían abordar el asunto el 24 de febrero.

Condiciones sobre la mesa

Pero el 21 de febrero, Putin inició la invasión en dos fases. Primero, mediante la entrada de tropas rusas tras reconocer a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, en la región del Donbás, en el sureste del país, y en las primeras horas de la mañana del 24, al lanzar a sus tropas, aviones y misiles en toda Ucrania. ¿Por qué no se impidió lo que ya es la crónica de una guerra anunciada con meses de anticipación? Las condiciones de negociación puestas sobre la mesa en diciembre pasado por Putin eran básicamente dos: abandonar el plan de entrada de Ucrania en la OTAN y acordar un tratado de seguridad bilateral entre Europa y Rusia que frenase la expansión de la OTAN hacia el este. Ambas fueron rechazadas por Estados Unidos.

"Estados Unidos ha comprometido más de 1.000 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania"

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¿Podía ignorar Biden, cuyos servicios de inteligencia y altos cargos de la Administración ya anunciaban una invasión inminente, que este rechazo echaría más leña al fuego? Y, sobre todo, ya que en teoría lo importante es Ucrania, esto es, preservar tanto al país como la vida de sus ciudadanos, ¿hacía más segura la situación del país el rechazo liso y llano de las condiciones de Putin? Porque aquí quienes se la jugaban eran los ucranianos. ¿Por qué? Porque tanto Biden, que acababa de evacuar Afganistán, como la OTAN dejaron en claro que no enviarían tropas para defender a Ucrania. En otros términos, se daba la paradoja de que la OTAN, el escudo protector de Ucrania, estaba diciendo a Putin que ante su inminente invasión no resistirían con soldados junto a un país que, si bien no forma parte de la Alianza Atlántica, aspira en un futuro ser parte de ella.

Unas personas cruzan el un puente en Kiev destrozado por las bombas. | // EFE / R. PILIPEY Ernesto Ekaizer

Supongamos por un momento que la respuesta de Estados Unidos y de la OTAN a las condiciones de Putin fueron, en la última semana de enero, el momento de la crisis de los misiles de Cuba-EEUU de 1962. La de Ucrania era el reverso de esa crisis. Estados Unidos había intentado invadir Cuba (Bahía de los Cochinos, abril de 1961), un plan diseñado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) antes de la llegada del presidente Kennedy a la Casa Blanca. La invasión fracasó. Y en 1962 Rusia, bajo la batuta del primer ministro Jhrushov, decidió de acuerdo con Fidel Castro instalar plataformas móviles de lanzamiento y misiles en Cuba, a 370 kilómetros de Estados Unidos. El presidente Kennedy ordenó preparar esta vez una invasión en regla de la isla. Pero se dio tiempo para negociar. La Marina norteamericana controló la entrada a la isla de Cuba de barcos con material militar y a través de negociaciones oficiales y entre bastidores, durante 13 días, con intercambio de duras cartas de reproche entre Kennedy y Jhrushov, se disolvió una crisis que parecía rozar la guerra termonuclear. Jhrushov retiró los misiles de Cuba y Kennedy ordenó más tarde, aunque sin vincular la decisión a la crisis de Cuba, la retirada de los suyos en Turquía.

Y ahora, Putin venía amenazando con invadir Ucrania a 460 kilómetros de su frontera. Como se ha señalado, EEUU daba por hecha la invasión desde al menos dos meses antes. La crisis de los misiles empezó el 14 de octubre de 1962, cuando un avión espía U-2 captó centenares de fotografías de las instalaciones soviéticas en Cuba y acabó el 28 de octubre con una carta de Jhrushov comprometiéndose a desmantelar los misiles y retirarlos de Cuba.

Conversaciones entre Biden y Putin

Biden habló con Putin el 30 de diciembre de 2021 desde su residencia veraniega de Wilmington, Delaware. Volvió a hacerlo el 12 de febrero de 2022. No hubo ningún avance sobre la exigencia rusa de bloquear el ingreso de Ucrania a la OTAN. Un ingreso que ni siquiera está en la agenda. La OTAN armó a la oposición al presidente prorruso Yanukóvich en 2014, y financió el golpe de Estado del Euromaidán y escogió a miembros del nuevo Gobierno. Y ha seguido vendiendo equipos militares a los dos gobiernos ucranianos –Petró Poroshenko y Volodímir Zelenski– ininterrumpidamente desde entonces.

El pasado sábado, The Washington Post, basándose en un informe desclasificado, apuntaba que “tan pronto como diciembre, el Pentágono ha equipado a combatientes ucranianos para luchar en áreas urbanas, incluyendo escopetas y trajes especializados para proteger a soldados que manipulan explosivos”. Según el Post, “en total, la variedad, volumen y potencia de fuego que han sido transportados a la zona de guerra ilustra hasta qué punto Estados Unidos ha buscado preparar a los militares ucranianos para llevar adelante una guerra híbrida contra Rusia. En el último año, EEUU ha comprometido más de 1.000 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania.

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