La Opinión de A Coruña

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Higueras

Salman, nuestro déspota favorito

Las guerras son el mejor criadero de nobles y villanos y la de Ucrania no es una excepción. Entre sus nobles destaca el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, que Joe Biden dejó de considerar un villano para ir el mes pasado a visitarle a su país. Antes, en marzo, fue Boris Johnson el que decidió congraciarse con el gobernante de facto del mayor exportador mundial de petróleo y echar pelillos a la mar sobre los informes, incluido el de la CIA, que le consideran el ‘responsable intelectual’ del asesinato y descuartizamiento del periodista opositor Jamal Khassoggi, en el consulado saudí de Estambul, en 2018.

Salman, nuestro déspota favorito

Francia y Grecia también han recurrido a la realpolitik. La desastrosa crisis energética que sufre Europa por su enfrentamiento con Putin tras invadir Ucrania exigía convertir en nuestro déspota favorito al conocido como MBS, quien, después de cuatro años de encierro en sus palacios, viajó en julio a esos dos países. Macron, que ya le había visitado en Riad en diciembre, le ofreció una espléndida cena en El Elíseo y Grecia firmó jugosos contratos.

Ahora hay que rehabilitar la imagen internacional del heredero saudí. España se ha puesto manos a la obra y recibió a varios funcionarios de los ministerios de Defensa e Interior de ese país para ofrecerles el modelo español de lucha contra la desinformación. Los defensores de los derechos humanos están seguros de que sabrán utilizarlo para acallar a los que piden la liberación de los 27 periodistas y blogueros encarcelados en Arabia Saudí, una de las peores dictaduras del mundo, que en 2021 ocupaba el puesto 152 de los 167 países del Democracy Index que elabora The Economist.

Riad, que en marzo informó de la ejecución de 81 hombres, intensificó su lucha por el liderazgo regional frente a Irán en cuanto MBS se convirtió, en 2015, en ministro de Defensa, el más joven del mundo. Quería hacer méritos para que su padre, que como correspondía nombró príncipe heredero a su sobrino Mohamed bin Nayef, cambiara la decisión. Interfirió en la guerra civil siria y organizó una coalición de países árabes para emprender una ofensiva aérea contra Yemen, que acabase con la guerrilla hutí. En ambos casos, buscaba debilitar a Irán atacando a un régimen y una guerrilla respaldados y armados por Teherán. Según la ONU, la guerra de Yemen (desde abril hay un precario alto el fuego) ha creado una catástrofe humanitaria.

El aventurerismo militar de MBS no tuvo éxito, pero sus magníficas relaciones con Trump fueron esgrimidas en el golpe de gracia que echó a su primo de la carrera sucesoria para colocarse él. Hijo de la tercera esposa de un medio hermano del rey Abdalá, las posibilidades de MBS de alcanzar el trono saudí eran remotas. El destino, tal vez con ayuda, se lo ha brindado. El exagente secreto saudí Saad al Jabri declaró en 2021 a la cadena estadounidense CBS que Mohamed bin Salman le dijo a su primo, en 2014, que tenía un plan para matar al rey Abdalá y le calificó de un “psicópata, asesino, con infinidad de recursos en Oriente Próximo, que representa una amenaza para su gente, para los estadounidenses y para el planeta”. Abdalá falleció en enero de 2015, a los 90 años, y le sucedió el padre de MBS y actual rey, Salman bin Abdulaziz, que supuestamente padece de alzhéimer, lo que facilita los manejos del hijo. Meses más tarde y ya ministro de Defensa, decidió festejar por todo lo alto con sus amigos su 30º cumpleaños. Alquiló una isla en Las Maldivas, llevó a 150 mujeres de diversos países, y durante una semana montó una bacanal de alcohol y sexo. Amenizaron la fiesta el DJ holandés Afrojack, el rapero estadounidense Pitbull, el surcoreano PSY y otros, según el libro Sangre y petróleo: la implacable búsqueda de Mohamed Bin Salman del poder global, de los reporteros Bradley Hope y Justin Scheck.

Sus defensores afirman que es el gran modernizador del reino saudí. Se le atribuye haber frenado el enorme poder de la policía religiosa; permitir que las mujeres conduzcan e incluso, aunque no tienen categoría de personas independientes, permitirles algunos trabajos, y diversificar la economía con su Visión 2030, para atraer inversiones extranjeras y abrir el país al turismo. Nuestro déspota favorito también destaca por las purgas de cualquier disidente, incluso de la familia real, pero sobre todo por ser el heredero de uno de los pocos países con capacidad para aumentar la producción de crudo de forma rápida y sustancial.

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