La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

Joan Tapia

nuestro mundo es el mundo

Joan Tapia

El aviso del FMI

Hay cierto pánico sobre el futuro y el FMI ha optado por justificar no el pánico, pero si el miedo. Predice que en 2023 la economía vivirá “uno de sus momentos más oscuros” y recorta su previsión de crecimiento mundial al 2,7%. Así, exceptuando 2009 (el de la gran crisis) y 2020 (la pandemia), sería el peor año del siglo. Pero lo más grave es que el FMI confiesa que las cosas pueden ir todavía peor y el crecimiento mundial no llegar al 2%, ni incluso al 1%. Las causas son la guerra de Ucrania que ha disparado el precio del gas y muchas materias, la alta inflación que obliga a los bancos centrales a endurecer su política monetaria para evitar una espiral inflacionista y que China, que hasta hace poco crecía un 9% y era un motor de la economía mundial, lo está haciendo ahora al 3 y 4%.

Y contra lo que se pudiera pensar, las economías avanzadas, las más ricas, no serán las que más padezcan, pero sí las que menos crecerán. De media, un 1%; y la zona euro quedará casi estancada al hacerlo solo un 0,5%. Alemania e Italia, que dependen más del gas ruso, tendrán crecimiento negativo (-0,3 y -0,2) mientras que Francia (0,7%) y España (1,2%) creceremos más. El FMI no nos condena al infierno. Este año España habrá crecido más que la zona euro y en 2023 seremos la economía desarrollada que —tras Canadá— más lo hará.

Pero no saquemos pecho porque una de las razones es que —quizá por el peso del turismo— todavía no hemos recuperado el PIB previo a la pandemia. Además, estamos sumergidos en una alta polarización política que nos está llevando a una peligrosa subasta de promesas imposibles. Calviño ha rebajado su previsión de crecimiento, de la que dependen los ingresos del Estado, pero su 2,1% está aún muy por encima del 1,2% que prevé el FMI. ¿Qué implica esto? No estamos ante un presupuesto fraudulento, como ha exagerado Feijóo; pero si Calviño se equivoca (no sería la primera vez), el déficit público será muy superior al previsto, lo que es mucho más grave en 2023, cuando los tipos de interés tiran al alza, que en 2020 cuando estaban por los suelos.

De hecho, el FMI no cree que nuestro déficit esté por debajo del 3% del PIB, que por nuestro muy alto endeudamiento público (113% del PIB) sería una norma mínima de prudencia, en ningún año de sus proyecciones. En 2027 aún estaríamos en el 4,3%.

Cierto, el FMI eleva la previsión de crecimiento y baja la de inflación para el 2024 y 2025, pero seguiremos siendo el país con más paro de Europa (12,3%) porque la creación de empleo de los últimos años se desacelerará. Y con la evolución del déficit prevista, la política preconizada por el PP de reducción generalizada de impuestos (sin concretar recortes de gasto) parece aventurada. El FMI dice expresamente: “la receta es responsabilidad fiscal, nada de rebajas de impuestos ni ayudas generalizadas (aquí Calviño también peca) y apoyo solo a los más vulnerables”.

La economía debería ser gestionada con más sentido de Estado, pero eso exigiría ciertos consensos (también entre los dos grandes partidos) que hicieran posible un pacto de rentas que todo el mundo reclama, pero que es complicado en algunas situaciones curiosas en las que vivimos. Los salarios en convenios —los de los trabajadores en activo— están creciendo algo por debajo del 3%, para los funcionarios se acaba de pactar con los sindicatos un 3,5% y las pensiones crecerán lo mismo que el IPC, un 8%. Son cosas que en momentos difíciles —como los que señala el FMI— generarán espinosos problemas políticos y presupuestarios.

El FMI dice que en 2023 creceremos poco, pero algo más que la media del euro, lo que ante un futuro muy incierto debería incitarnos a lograr un clima menos crispado en el debate económico. Pero no vamos en esa dirección. Sí, Sánchez y Calviño parece que lograrán aprobar un presupuesto, pero lastrado de excesivo optimismo por motivos electorales. Y en Catalunya la situación puede ser aún peor pues acabamos de asistir a una grave crisis del Govern cuya primera consecuencia ha sido que los presupuestos estén en el alero y podamos ir a una vergonzosa prórroga presupuestaria. Lo dijo Jordi Turull —creo que con otra intención—, así no podemos seguir.

Compartir el artículo

stats