La Opinión de A Coruña

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Higueras

China redescubre el marxismo

El Partido Comunista Chino inicia su XX Congreso bajo el sólido control de Xi Jinping, su núcleo, el líder que ha desarrollado una nueva fórmula de nacionalismo marxista que pasa por reforzar la ideologización de los 98 millones de miembros del PCCh. En la nueva era que se abre tras el cónclave, el partido se aferra a un marxismo-leninismo que coloca a China en el lado correcto de la historia, frente a unos EEUU que considera ensimismados en sus propias contradicciones internas y en un declive irreparable.

En los 10 años que Xi lleva al frente del partido, que funciona como un Estado dentro del Estado, ha limpiado con dureza sus filas. Fueron investigados por corrupción 2,5 millones de miembros (casi la totalidad, cargos públicos) y expulsados 1,5 millones, de los que 456.000 fueron sancionados y decenas de miles, encarcelados. La campaña también fue útil para meter en vereda a las distintas facciones y arremeter contra los disidentes. Pocos dudan de que Xi saldrá reforzado del congreso, en el que tal vez sea bendecido con un liderazgo de por vida, como Mao Zedong, o como mínimo con un tercer mandato (sus predecesores Hu Jintao y Jiang Zemin, solo tuvieron dos).

Xi, hijo de Xi Zhongxun, uno de los primeros dirigentes comunistas, ha retomado la ideología como bandera para impulsar su gran objetivo: el mantenimiento del PCCh en el poder. Esto requiere seguridad dentro del país, influencia fuera y consolidar el control del partido sobre todos los dominios de la política pública e incluso de la vida privada, lo que incluye una revitalización de empresas estatales y nuevas restricciones al sector privado.

Según el jefe del departamento de organización, Chen Xi, “lealtad, competencia e integridad” han sido las cualidades exigidas en el complejo proceso de selección de los 2.296 delegados al congreso. Es evidente que no solo se requiere lealtad a los principios del partido, sino muy especialmente a Xi Jinping, su guía y el hombre que ha logrado introducir el aprendizaje de su pensamiento en el plan de estudios nacional, desde la escuela primaria a la universidad, además de incluirlo en los estatutos del PCCh.

Alrededor de un tercio de delegados corresponde a dirigentes del partido y del Gobierno a nivel estatal y regional. El resto fueron elegidos como representantes de la nueva generación de líderes, entre los que se incluyen “trabajadores modelo, agricultores y profesionales”, así como minorías étnicas. Entre ellos destacan el veterano experto en enfermedades infecciosas Zhong Nanshan, cuya contribución a la lucha contra el COVID-19 ha sido espectacular, y Wang Yaping, primera mujer astronauta de China que ha realizado paseos espaciales.

Las mujeres siguen siendo la asignatura pendiente del PCCh, aunque en este cónclave hay 619 delegadas, el 27%, un aumento de tres puntos porcentuales. En los escalafones superiores del poder comunista su representación es casi irrisoria. En la totalidad del Comité Central (205 miembros de pleno derecho y 171 suplentes sin derecho a voto) no alcanzan ni el 10% y solo hay una entre los 25 integrantes del Politburó, Sun Chunlan, quien con 72 años ha pasado la edad oficial de jubilación, situada en los 68 años, que Xi se saltará a la torera.

El nuevo Comité Central se extrae de los delegados, que a su vez refrendan con su voto la lista con los designados. En su primera reunión al final del congreso, el Comité Central elegirá al Politburó y este a su Comité Permanente, la cúpula del poder de la República Popular. El número de integrantes de estos órganos no es fijo, depende de la amplitud que quiera darles el líder máximo.

En el discurso inaugural, Xi no solo repasa los logros del último quinquenio en el poder económico, científico, tecnológico, militar y nacional integral, sino también los avances sociales, como el fin de la pobreza extrema y la reducción de los desequilibrios y desigualdades que atenazan a China, y que atribuye al liberalismo económico de las pasadas décadas. En la vuelta a la ortodoxia marxista-leninista que preconiza, las reglas del mercado estarán más condicionadas por una mayor intervención del Estado y del partido.

Con la rigurosa defensa de la ideología que asume el PCCh, Xi quiere domar al mercado y a Occidente para asegurar un centenario triunfante de la República Popular, en 2049. Está por ver si EEUU y los millonarios surgidos de la economía liberal se lo permiten.

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