Opinión | Inventario de perplejidades

El peligro de tratarse de usted

De madrugada, escucho el intenso duelo artillero entre un locutor partidario de la extrema inconsecuencia y una abogada del Estado en excedencia que defiende el ideario de Vox, partido de extrema derecha, cuyos votos, arrimados a los del PP, podrían ser decisivos para formar mayoría parlamentaria.

El locutor ha invitado a debatirlo en la sede de su emisora a una doña que es famosa por su desparpajo polémico. La cita tenía su intríngulis porque el locutor ya sabía por anticipado que la ilustre abogada iba a ser propuesta como candidata de Vox a la presidencia de la comunidad autónoma madrileña, y por tanto como rival de Isabel Ayuso, la figura en alza en el ámbito de la derecha, y de la que el excitadísimo radiofonista es rendido admirador en la creencia de que llegará a convertirse en la lideresa del PP.

Al mismo tiempo, serviría para que el locutor se cobrase la pieza de algunos de sus fóbicos enemigos, curiosamente, todos del PP, excepción hecha de los comunistas. Por cierto, el mismo radiofonista que en su juventud había sido militante de la izquierda radical hasta que, como le ocurrió a San Pablo, cayó del caballo de la evidencia y se dio tremendo golpe en la cabeza. En esa lista de “traidores a no se sabe qué” figuraban caras conocidas como Ruiz-Gallardón, González Pons, Casado y García Egea, y tipos odiosos como Soraya Sáenz de Santamaría y Mariano Rajoy (más conocido por “maricomplejines”), el hombre más funesto de la Historia de España después de Manuel Azaña, según sus detractores. Todos estos, cuyo mayor pecado era no seguir al pie de la letra las consignas lanzadas desde el arengario radiofónico, fueron alternativamente halagados y aborrecidos. Y en ese juego de parejas estábamos entretenidos hasta que surge Vox como tercero en discordia al situarse todavía más a la derecha de la derecha.

Por lo que pude entender del duelo artillero en la emisora, el partido que lidera el señor Abascal pretende cambiar votos por influencia política, si su concurso se hace imprescindible para formar gobierno. En cambio, el partido que preside Núñez Feijóo aspira a no tener que echar mano de esa ayuda. Muy incómoda, si hemos de creer las manifestaciones de sus principales voceros.

Con los políticos destripando encuestas para adivinar por dónde soplará el viento de las aspiraciones populares en la aún lejana jornada electoral, escuchar en la radio opiniones, no pocas veces, disparatadas, no contribuye a serenar el ambiente. La voz del hombre se percibía crecientemente irritada mientras la de la mujer reverberaba más tranquila y con una vibración provocativa. La tensión polémica aumentaba rápidamente y se corría el riesgo de que la columna del mercurio estallase en insultos. La cosa había llegado a tal punto de excitación por parte del locutor que los contendientes empezaron a tratarse de usted, que en España es el paso previo a cogerse por las solapas. “Me lo va usted a decir a mí”, se gallea. Pero, afortunadamente, no llegó la sangre al río.

Ya en retirada, el locutor se declaró votante de Vox y del PP por la parte de Ayuso.

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