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Escalada e inflación

Sánchez y Meloni han viajado esta semana a Kiev para reafirmar su compromiso con Ucrania y porque quieren formar parte del directorio europeo

El viernes se cumplió un año de la invasión de Ucrania y se constató que Putin ha fracasado tanto en su objetivo militar —el dominio del país— como en neutralizar a Europa con la asfixia económica. Pero Putin, que no quiere que su dominio sobre Rusia se derribe como un castillo de naipes, va a subir la apuesta. Y Biden y Europa tampoco tienen otra opción que responder con más ayuda militar a Kiev. Lo ha dicho Josep Borrell: si Putin se come Ucrania, toda Europa estará menos segura. Empezando por Estonia, Letonia, Lituania y la propia Polonia, que por eso son los más incondicionales de Zelenski.

Y la Asamblea General de la ONU aprobó el jueves, con 141 votos a favor y solo 7 en contra, otra resolución en defensa de Ucrania. Hubo 30 abstenciones y, contra lo más temido, China no pasó de la abstención de hace un año al voto en contra. Putin está muy aislado, pero las sanciones tampoco han conseguido doblegarle. La guerra sigue y, como por ahora no hay vencedor, vamos hacia una escalada de final desconocido.

Una muestra es el viaje a Kiev de Giorgia Meloni, el miércoles, y de Pedro Sánchez, el jueves. Ambos prometieron más tanques Leopard y quisieron reafirmar su compromiso. Meloni, porque sus aliados Berlusconi y Salvini han sido grandes amigos de Putin y la Italia de Meloni quiere estar en el directorio europeo. Sánchez, por razones muy similares. Su política exterior tiene como prioridad —al contrario que la de Zapatero— la Unión Europea y la buena relación con Estados Unidos. Las críticas de Podemos a la ayuda militar a Zelenski debían ser sepultadas. Como ha dicho Biden, quizá Rusia aspiraba a “finlandizar” (neutralizar) Europa, pero ha logrado “otanizarla”.

Y Sánchez también lanzaba un mensaje. Podemos le ha plantado cara en las leyes de libertad sexual y en la ley trans, pero tiene que aceptar y tragar su política europea. Cada día más clave en política interior y económica. Significativo es que el jueves el PSOE votara en contra de la moción de ERC, Bildu y Podemos de pasar el coste del despido de 33 a 45 días. Sánchez sabe que —guerra de impuestos aparte— no puede romper el pacto de la reforma laboral con la CEOE, en la que se acordó no dar marcha atrás en los 33 días. ¿Puede Sánchez seguir mucho tiempo con un gobierno dividido y en conflicto permanente que cada día que pasa mina más su autoridad?

Sigamos en Ucrania. El segundo fracaso de Putin es que no ha asfixiado a Europa con el cese de las ventas de gas. El precio del gas ha retrocedido un 85% desde los terribles 300 dólares/Mwh de agosto, la inflación ha retrocedido, el crecimiento europeo fue del 3,5% en 2022 y parece que, aunque la economía se desacelerará, tampoco habrá recesión en 2023. La solvente encuesta PMI, que toma el pulso de la economía europea, ha vuelto a sobrepasar el índice 50 —frontera entre crecimiento y recesión— en enero y febrero. Y las encuestas de sentimiento y confianza del consumidor, europeas y españolas, tienden al alza a primeros de año. En buena parte gracias a las ayudas de los gobiernos para proteger a empresas y familias.

Pero el temor a la crisis sigue ahí. El Banco Central Europeo y la Reserva Federal americana creen que la inflación aún no está controlada. En España, por ejemplo, ha bajado al 5,9%, pero la subyacente —que es la que puede alimentar la espiral inflacionista— es del 7,5%. Y el BCE cree que las ayudas y subvenciones de los gobiernos pueden estar siendo excesivas y estar obstaculizando el descenso de la inflación. Con una inflación media del 8,5% en la zona euro, el BCE, que ya ha subido tres puntos los tipos de interés los últimos meses, los volverá a subir en marzo. Y en EEUU aún han subido más.

Por eso los buenos datos económicos —el paro europeo está en el mínimo del 6,5%, y el americano, en el 3,5%— están alarmando a los mercados bursátiles que han estado al alza en lo que va de año. No vaya a ser que los buenos datos hagan que el BCE se asuste, suba aún más los tipos de interés, se encarezca el crédito a las familias y a las empresas… y nos fastidie la fiesta.

En este momento (toquemos madera), el gran peligro económico no es ya solo Ucrania, sino que la inflación, cuya causa no es solo la guerra y el gas, no muestra una clara tendencia a la baja.

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