Opinión | 360 grados

Así nunca tendremos paz

China ha presentado un plan de paz para Ucrania del que no se puede decir que no critique, al menos indirectamente a Rusia puesto que ya en su primer punto afirma la necesidad de “respetar escrupulosamente el derecho internacional”.

Lo cual significa no violar “la soberanía, la independencia y la integridad territorial de un país”, algo que, sin embargo, ha hecho Rusia con su invasión de Ucrania, como reconoce todo el mundo, incluso quienes abogan por poner cuanto antes fin al conflicto.

Un conflicto, una guerra “no beneficia a nadie”, afirma también Pekín en su documento. Claro que habría que precisar que, sí beneficia, por ejemplo, a la industria armamentista, a la que se le acabaría tan lucrativo negocio si se acabaran las guerras.

El Gobierno chino aboga por desescalar el conflicto ucraniano en lugar de seguir atizándolo con el empleo por ambas parte de cada vez más armas, y no deja tampoco dudas sobre la locura que sería recurrir al arma nuclear, con lo que ni siquiera se debe amenazar, como ha hecho Moscú.

Pero el Gobierno de Xi tampoco escatima sus críticas a los países occidentales y así denuncia su doble rasero: es decir que mientras condenan la invasión de Ucrania, tratan de justificar sus propias violaciones del derecho internacional.

China se opone al mismo tiempo a las sanciones unilaterales contra Rusia y reclama que se tengan en cuenta “los legítimos intereses de seguridad de un país”, algo que no debe ser a costa de otros.

Pekín alude de ese modo a la preocupación de Moscú por la ampliación de la OTAN a los países del Este, incluido el deseo estadounidense de que también las ex soviéticas Ucrania y Georgia formen parte de esa organización militar, lo que el Kremlin utilizó como pretexto para invadir al país vecino.

Antes de presentar al mundo su plan de paz, el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, mantuvo conversaciones con los Gobiernos de tres países europeos —Alemania, Francia e Italia— además de Rusia.

Y se reunió también, al margen de la Conferencia de Seguridad de Múnich, con su homólogo ucraniano, Dmitro Kuleba, quien, al igual que el presidente del país, Volodímir Zelenski, se mostraron receptivos al menos en un principio.

Mucho más en cualquier caso que el Gobierno de Washington, que acusó a Pekín de tener ya un plan para enviar armas letales a Ucrania y por tanto de falta de neutralidad o que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para quien China “no tiene mucha credibilidad”.

Por no hablar de algunos políticos alemanes como el “verde” Anton Hofreiter, presidente del comité de relaciones con la UE, según el cual Pekín quería sólo “engañar” al mundo. O el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Bundestag, el socialdemócrata Michael Roth, quien dijo dudar de las intenciones reales de China.

¿Qué piensan mientras tanto los países del llamado Sur Global, que representan la mayoría de la población mundial? Todos ellos quieren que el conflicto acabe cuanto antes porque como explicó en Múnich la jefa del Gobierno de Namibia, Saara Kuugongelwa-Amadila, son precisamente los países pobres quienes más sufren las consecuencias económicas del mismo.

Algo de lo que se habla expresamente en el documento chino, que dice que hay que poner fin cuanto antes a la sanciones unilaterales y garantizar la seguridad de los suministros de cereales ucranianos para “mejorar la vida de las poblaciones” del mundo en desarrollo.

Mientras tanto, según el portal de noticias Politico, el comandante supremo aliado en Europa, el general estadounidense Christopher Cavoli, explicó en una reunión secreta con congresistas de su país que Ucrania puede ganar la guerra si se le envían no sólo aviones de combate F-16 sino también misiles de largo alcance.

Misiles capaces de atacar objetivos, por ejemplo, aeródromos en el interior de la propia Rusia. Lo cual provocaría una guerra directa entre la OTAN y Rusia. ¿Son conscientes algunos de lo que dicen?

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