Opinión | Un minuto

Montón de obra pública

Es doctrina bien sabida y practicada antes de unas elecciones: hay que hacer como sea todo lo que tienes pendiente. Para que “no te pille el toro”, y luego vean y digan que no has cumplido. Se trata de evitar que no te echen en cara que eres un inútil, que no cumples lo que prometes, y que te vote en las próximas consultas tu abuela. Y así ocurre que algunas partes de la ciudad nuestra se convierten ahora, en estos meses que vivimos, en campos de batalla, con vallas y trincheras, calle cortadas, pavimentos levantados, e infinitas molestias a los viandantes y complicados cambios de direcciones al tráfico rodado. Hay montones de obras públicas. Si mal está acabar tu periodo de vigencia con parte del presupuesto no invertido en las obras públicas o en los planes asistenciales previstos —cosa que ocurre con demasiada frecuencia—, peor está aún endeudarte hasta el moño porque te ha entrado la comezón de hacer más y más modificaciones urbanas, dejando el marrón económico para los que vengan detrás. Mal, muy mal, porque no saben administrar, que es lo mínimo que se puede esperar de las administraciones públicas sean locales, provinciales, autonómicas o nacionales. Es todo un indicio: mucha obra pública a deshora, mala administración.