Opinión | Solo será un minuto

La ‘pusverdad’ te salpica

Llega un momento en que dejas de mirar la pantalla y es la pantalla la que te mira a ti. Acongoja, ¿verdad? Ahí estás tú, seas quien seas, con un mando en la mano, cambiando de canales o videojuegos sin prestar atención y sin quedarte mucho tiempo en cada salto. Combates, por ejemplo, entre ruinas contra zombis sin alma o soldados desalmados sabiendo que por muchas veces que mueras siempre podrás volver a empezar de cero con las reservas de salud cargadas y grandes reservas de munición en las cercanías.

O conduces a toda pastilla sin miedo a estrellarte porque al instante el coche volverá a estar intacto y dispuesto para seguir devorando combustible. La falacia feliz de no sufrir consecuencias. Tienes el poder de decidir si gana el Bien o el Mal y, saliendo del juego, disfrutas de la capacidad de entrar en comedias y dramas, aventuras y desventuras. Ficciones sin conciencia. No hay que perder el tiempo recordando que en los guiones del mundo real nadie resucita después de ser ametrallado, las carreteras se cobran vidas y la maldad baraja cartas marcadas para arruinar a quienes prefieren el juego limpio. Qué le vamos a hacer: los seres humanos sobreviven como pueden a los ataques del destino observados con regocijo por diosecillos que solo se mueven por el afán de poder, la ambición sin límites y una falta total de escrúpulos. Sí, como esos personajes que se sientan en algunos platós, banquillos de acusados y despachos, y que son considerados ejemplos a imitar por su fórmula de fama y sobreexposición. Es la pusverdad, señoras y señores, el gran circo de la mentira y la manipulación que acumula noticias requetefalsas y recrea ídolos de caderas de barro para alimentar la gran maquinaria del atracón colectivo, ese que escupe bulos para hacer arder las redes.

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