Shikamoo, construir en positivo

Sumar, nunca restar

José Luis Quintela Julián

José Luis Quintela Julián

Hoy me acerco a ustedes desde una perspectiva un poco diferente. Y es que, sin pretender hacer un sesudo análisis político, sí me parece razonable pasar a comentarles algo de ese ámbito que está de actualidad, que creo ha pesado mucho en las pasadas elecciones municipales (y autonómicas en otras comunidades), y en lo que puede estar parte de la clave del resultado de las próximas elecciones generales del 23 de julio. El tema será, pues, la actual fragmentación en las diferentes propuestas de la izquierda, y las consecuencias de ello para nuestra sociedad.

Partamos de la base, primero, de que es importante que existan opciones fuertes, honestas y sostenibles en todo el arco parlamentario. ¿Por qué? Pues porque las mismas tendrán entonces la capacidad de llevar a las instituciones las diferentes sensibilidades que coexisten entre la ciudadanía. Me refiero a opciones serias, claro está, cuya ideología esté fundamentada en el respeto a las personas que no piensan como ellos, sobre la base de los derechos humanos y otras convenciones de igual rango. Respeto a la diversidad, en el más amplio sentido de la palabra, tanto desde la derecha ideológica como del centro o de la izquierda. Las que no cumplan tal requisito, fundamental para la construcción democrática, quedan directamente fuera para mí de tal necesidad de existencia y fortaleza.

Es por lo anterior que es importante, ya particularizando a la izquierda, que exista un espectro progresista fuerte que, sumando sus votos, pueda ser un contrapunto que equilibre otras visiones del Estado, también legítimas. Este puede darse de forma compatible con una mayor o menor fragmentación en los votos a las diferentes formaciones, pero nunca hasta tal punto que tal división implique un nulo impacto en el reparto del número de representantes de la voluntad popular. Y esto porque, si esto último acontece, el resultado de todos los esfuerzos conjuntos de tal arco tenderá a cero. Será nulo, entendámonos. Un buen ejemplo de ello, en clave municipal, es lo que ha pasado en A Coruña en las recientes elecciones. Si organizaciones que han ido por separado hubieran concurrido juntas, probablemente sí habrían obtenido representación en el consistorio. Entiendo que, parafraseando a los geniales Monty Python en La vida de Brian, unos puedan sentirse el “Frente de liberación de Judea” y otros el “Frente de Judea de liberación”. Pero, en cualquier caso, seguro que son más parecidos entre sí que los que se sientan enfrente, por lo que siempre vale la pena limar las fruslerías que les separan, que se tornan en abismos cuando se miden con los otros.

Creo que este espíritu es el que ha entendido desde hace tiempo Yolanda Díaz, y que supone parte del esqueleto conceptual sobre el que pretende levantar Sumar. No es mala idea y, es más, creo que supone incluso una necesidad. Habrá que ver hasta cuánto —y lo digo desde casi una ignorancia total sobre tal movimiento incipiente— lo de Sumar es o no sólo cosmético, y cuánto una verdadera mano tendida a otras sensibilidades parecidas o que, al menos, puedan tener capacidad de converger. De lo que no tengo duda es de que, si tal propuesta es sincera y en base a ello se construye, tiene muchas posibilidades de crecer y consolidarse.

Miro, en clave de Galicia, un movimiento hasta cierto punto parecido acaecido en el seno del BNG. Sé que es algo diferente, porque el punto de partida no es el mismo, pero lo que está claro es que Ana Pontón —con quien tuve la ocasión de coincidir en el pasado de forma habitual en alguna tertulia radiofónica— y su equipo más cercano entendieron también que su formación tenía dos caminos. El primero, enquistarse en lo que siempre fue la UPG —incluyendo su techo electoral—, para hacer más de lo mismo y con resultados parecidos en términos de éxito en las urnas. Pero el segundo, creo que más inteligente y de más amplias miras en los tiempos que corren, el establecer un análisis de mínimos imprescindibles e irrenunciables para ellos y, a partir de ahí, abrirse al resto de la sociedad. Esto entiendo que hicieron y siguen practicando y, para mí, este es el más importante factor clave de éxito en la escalada indiscutible de tal opción política, que creo que sin duda va a ir a más, a mucho más. El sumar, por encima de todo, y nunca restar. Porque, si uno resta, el resultado va a ser siempre más escaso. Y entonces, por definición, no podrá poner en práctica aquellas fórmulas y propuestas que defiende en la construcción y mejora de lo colectivo. Aspectos que, en puridad, son inherentes a la propia lógica de existencia de cada uno de los partidos políticos.

Ya ven, sumar y no restar. Parece sencillo. Pero, probablemente, es lo más complicado y, a la vez, lo más apasionante en la construcción de alternativas y en su mantenimiento y mejora a través de los años. Algo sobre lo que hay hoy sobre la mesa sobrados ejemplos, en clave de éxito y de fracaso, en estos tiempos manifiestamente convulsos en la arena política...

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