La espiral de la libreta

¿El cambio climático os la suda?

Olga Merino

Olga Merino

Pienso en los pobres corredores del Tour, que ahora mismo pedalean entre los viñedos del Beaujolais, sudando la gota gorda, arrancando virutas de resistencia al agotamiento antes de repechar el puerto de la Croix Montmain o alguna otra pendiente del infierno. Hace falta valor, ven a la escuela de calor. De la misma forma, chapoteando en una sopa volcánica, los electores ya hemos remontado el Tourmalet de la campaña, a fuerza de paciencia y pantorrilla. Días abrasadores en todos los sentidos.

Uno ya asume de oficio que el verano es la estación de las eses —solanera, sopor, sandía, sed y sudor, siestas a la sombra—, pero en los últimos años, de 2015 para acá, el bochorno viene siendo un azote. Según un grupo de científicos estadounidenses, la semana pasada, el 6 de julio en concreto, el planeta superó una temperatura global media de 17,23 grados centígrados, con lo que ascendió al podio como el día más caluroso de la historia, al menos desde el primer registro, en 1979. Ya está servido en el plato el calentamiento global, el cambio climático que algunos se obstinan en ningunear.

A todo esto, se arrió enseguida de la Puerta de Alcalá el enorme anuncio que había colgado Greenpeace con el lema ¿El cambio climático os la suda?, locución verbal malsonante que, por cierto, ya tiene acomodo en el diccionario de la RAE. En la pancarta, de 14 metros de longitud, aparecían los cuatro líderes en liza transpirando cual pollos giróvagos en el asador. Y Pablo Iglesias, que siempre anda cabreado, con el ceño esculpido a cincel, se ha molestado mucho, esta vez porque la organización verde ha metido a los cuatro candidatos en el mismo saco negacionista.

El verano de las lonas

Cierto es que a unos el clima se la refanfinfla más que a otros pero, a poco que te fijaras en la imagen, Sánchez y Yolanda Díaz tenían la expresión avinagrada, mientras que Abascal y Feijóo sonreían a cámara, como si el marrón no fuera con ellos. La canícula que nos ocupa también pasará a la historia como el verano de las lonas, pues las ha habido a cascoporro; en plena era de la hiperconectividad, se vuelve a lo de siempre, a la lona de toda la vida, si bien cabría esperar que al menos la de Greenpeace estuviera fabricada con material biodegradable.

En la contienda electoral del barro, asuntos capitales como la vivienda y la emergencia climática ni siquiera figuran en la letra pequeña, pero no está de más leer el prospecto de cada purgante. El gobierno balear, por ejemplo, ya ha suprimido la conselleria de Medio Ambiente, y Vox ha estado erre que erre en Murcia intentando derogar la ley del Mar Menor aprobada en julio de 2020.

El asunto es gravísimo. Mientras, seguimos reciclando botellitas de plástico a la espera de las trompetas que anunciarán el fuego.

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