Divaneos

El sentido oculto de la intuición

José Luis Salinas

José Luis Salinas

Decían que Steve Jobs, fundador de la compañía Apple, tenían un sexto sentido para dar con el gusto de los consumidores, para saber cuáles son los diseños que más le satisfacen. Una suerte de intuición que le valió para autoplagiarse constantemente, engañar a un público manso con diseños de ordenadores, móviles o reproductores de música con pocos cambios evolutivos (más que los propios de la tecnología), que le valió para hacerse absolutamente millonario. El suyo es un caso de éxito total, de cómo ese sexto sentido le valió para hacerse un camino en la vida, pero los hay mucho más mundanos.

Hay quien presume de tener un sexto sentido a la hora de dejarse llevar por los vaivenes de la vida. En realidad, la existencia de las corazonadas es bastante cuestionable. Aunque la expresión es un poco basta y desafortunada, no les falta razón. Existen muchas situaciones de la vida cotidiana que no están guiadas de forma exclusiva por la razón, cuyos devenires no tienen una explicación clara, que se escapan del entendimiento lógico y que necesitan de un esfuerzo de raciocinio extra.

Lo que se conoce como intuición es una manifestación del acervo de nuestro inconsciente que es el responsable de la mayoría de las decisiones que tomamos en el día a día, incluso de aquellas que requieren de una mayor complejidad. Hace un tiempo que se puso de moda el término “neuroeconomía”, una especie de disciplina que investiga cómo el cerebro procesa la información y cómo la traduce en comportamientos económicos, en inversiones, porque la máxima expresión de las corazonadas o de ese sexto sentido está en los negocios, en el dinero. Esta corriente viene a desafiar algunas de las suposiciones tradicionales de la economía clásica que asume que los individuos son seres puramente racionales y egoístas en sus elecciones económicas.

Entre los resultados más destacados de la neuroeconomía figura el de conseguir entender la influencia de las emociones en la toma decisiones. La zona límbica, ligada con la forma en la que sentimos, tiene una influencia decisiva sobre la forma en la que valoramos las diferentes opciones que se nos presentan delante y cómo nos enfrentamos a los riesgos y a las posibles recompensas.

Las emociones tienen un papel clave sobre lo que llamamos intuición. También lo es la forma en la que procesamos la información. La intuición es el resultado del procesamiento inconsciente de la información y de las experiencias previas almacenadas en los cajones de nuestro cerebro. Mediante la observación y la experiencia vamos acumulando una gran cantidad de conocimiento, muchísimas veces de forma inconsciente, que irremediablemente van a influir en nuestras decisiones futuras. Aunque no lo queramos.

Hay otra clave importante para comprender el funcionamiento de las corazonadas. La mente humana tiene una capacidad natural para el reconocimiento de patrones y asociaciones a partir de unos datos limitados. La intuición puede basarse en identificar de forma rápida patrones familiares, lo que lleva a conclusiones o soluciones sin un análisis consciente y detallado mediante.

Un ejemplo rápido. Cuando nos enfrentamos a una situación nueva o a un problema, nuestra mente puede buscar rápidamente patrones familiares con la información de la que dispone, incluso si no somos conscientes del proceso de búsqueda.

Los patrones pueden ser detalles específicos, estructuras generales o incluso relaciones entre diferentes elementos. Si nos encontramos ante una situación similar a una que hemos experimentado anteriormente podemos sentir una sensación de familiaridad o de “corazonada” sobre como actuar. Con lo que nuestra mente puede acceder a los patrones almacenados en la memoria y usarlos para tomar decisiones rápidas y aparentemente instintivas. Pero que no tienen nada que ver con el sexto sentido.

El reconocimiento de patrones puede ser una herramienta importante a la hora de tomar decisiones cotidianas, porque nos ayuda a llevar la carga cognitiva. Dejarnos llevar por la intuición nos permite tomar decisiones rápidas y precisas, especialmente entre aquellos que ya tienen una experiencia elevada en un determinado campo. Esos patrones son la clave entre la actuación de un novato y la de un experto.