Sólo será un minuto

Solos a la intemperie

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Un último estrechón de manos. Una última mirada para compartir el instante definitivo. Y final. Una despedida que cierra puertas al exterior y abre ventanas al interior. En el desenlace de la película Heat, el ladrón de bancos (Robert de Niro) cae abatido por los disparos del policía (Al Pacino). Entre ellos, de tanto huir y perseguir, se ha creado un vínculo especial, no sé si intenso pero sin duda significativo, y cuando el primero se desangra sabiendo que va a morir su último gesto es alzar una mano, agarrarse al último aliento, esperar un contacto humano que le proporcione unos segundos de conexión con el mundo que va a abandonar para siempre. Y el hombre que le ha matado coge su mano con tristeza, el cazador también abatido, y ambos comparten, por última vez, un desgarro que tiene mucho de comprensión. También en las imágenes finales de Blade Runner hay un llamamiento al intercambio de emociones entre dos seres antagónicos: el replicante que perdona la vida a su cazador lo hace por respeto a la vida que se le escapa a borbotones. Y en el estertor de otra obra maestra, Grupo salvaje, unos hombres que ya no tienen nada que perder deciden sacrificarse en el nombre de la amistad, por lealtad a un compañero ejecutado por los enemigos uniformados. No le devolverán la vida pero honrarán su muerte de la única forma que saben y pueden: a sangre y fuego. Cuando cruzan sus miradas se comprometen en silencio a despedirse juntos sin más recompensa que cruzar la última frontera hombro con hombro, de espaldas al futuro porque ya todo es pasado.

De lo que significan todas esas despedidas del ser hermano saben mucho quienes han cogido por última vez los dedos de un ser querido que se nos va dejándonos solos a la intemperie.

Suscríbete para seguir leyendo