360 grados

La “única democracia de Oriente Medio” censura y encarcela a sus críticos

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

La “única democracia de Oriente Medio”, según la propaganda sionista, no se contenta con cerrar emisoras y encarcelar a universitarios, artistas o periodistas palestinos sino que tampoco perdona a los judíos que critican cuanto sucede en Gaza.

Israel, que carece de Constitución, no tuvo desde el principio el más mínimo escrúpulo a la hora de conculcar, en el caso de los palestinos, los más fundamentales derechos, incluido el de libre expresión, pero la represión gubernamental ha aumentado desde el ataque de Hamás.

El ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi, declaró el 15 de octubre el estado de excepción en el país, lo que le permite cerrar canales de televisión, detener a periodistas y confiscar sus equipos de trabajo con el argumento de que representan “un peligro para la seguridad del Estado”.

Así, la emisora libanesa panárabe Al-Mayahadín fue clausurada por atentar con sus informaciones contra “los intereses de seguridad israelíes y apoyar los objetivos del enemigo”.

También intenta la coalición ultraderechista de Benjamín Netanyahu prohibir la emisora qatarí Al-Yazira, la que mejor está informando al mundo en árabe, español, inglés, francés, ruso y chino, desde Gaza y la Cisjordania ocupada de lo que allí ocurre.

El 25 de octubre, una bomba israelí acabó con la vida de la familia —esposa y dos hijos— del corresponsal de esa emisora en la franja de Gaza, el palestino Wael Dahdouh.

La actriz palestina Maisa Abd Elhadi fue detenida por haber puesto en una red social una foto de la franja de Gaza con la leyenda en inglés: “Go Berlin”, en alusión al muro de Berlín.

Docenas de palestinos han sido expulsados mientras tanto de las universidades israelíes donde estudiaban por criticar los bombardeos sobre Gaza.

Pero también un profesor judío llamado Meir Baruchin, que publicó en las redes sociales algunos textos en los que denunciaba la violencia de ambas partes fue en un principio detenido y acusado de alta traición.

Dos diputados del partido israelí de izquierdas Lista Conjunta fueron apartados del Parlamento por criticar la invasión y los ataques a civiles, hospitales y escuelas.

El 8 de noviembre, la Knéset (Parlamento israelí) aprobó una ley que condena el consumo de contenidos mediáticos publicados por “organizaciones terroristas” y da al Gobierno poderes extraordinarios a la vez que arbitrarios.

El periódico liberal israelí Haaretz, en cuyas páginas es posible encontrar comentarios críticos con el Gobierno de Benjamín Netanyahu, no publicó durante los primeros días después del ataque de Hamás fotos o entrevistas sobre la masacre de Gaza sino que se hizo eco acríticamente de la propaganda del Gobierno.

Pese a todo, la censura no funciona en Israel como desearían las autoridades, y hay así militares que se permiten decir en público cosas que podrían considerarse secreto militar.

Por ejemplo, el coronel de la Fuerza Aérea israelí Nof Erez no excluyó la semana pasada en Instagram que algunos de los civiles muertos en el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre hubieran sido víctimas del propio fuego israelí.