360 grados

El mundo fantástico de Ursula von der Leyen

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Yo no sé si ella misma se lo cree o es el papel que le toca desempeñar de cara sobre todo a la OTAN: lo cierto es que la alemana Ursula von der Leyen vive, al igual que le sucede al presidente ucraniano, en un mundo fantástico.

¿Será la extraña influencia de La Montaña Mágica, el lugar elegido por el premio Nobel alemán Thomas Mann para su magistral fresco de la decadente burguesía europea en la antesala de la Segunda Guerra Mundial?

La cuestión es que el mismo día en que hasta el nada sospechoso diario The New York Times reconocía que la Ucrania de Volodímir Zelenski podía acabar perdiendo la guerra, la presidenta de la Comisión Europea se permitía afirmar sin pestañear en su discurso en el Foro Económico de Davos todo lo contrario.

Según la cristianodemócrata alemana, la Rusia de Putin no ha logrado ninguno de sus objetivos estratégicos: no consiguió que la capital ucraniana cayera en un par de días como se había propuesto el Kremlin al lanzar su invasión ilegal.

En su fantástica visión de la realidad, Ucrania ha expulsado a las tropas de ocupación rusas de la mitad del territorio que habían inicialmente capturado mientras que Rusia ha perdido “la mitad de su capacidad militar”.

Las sanciones occidentales han apartado a Rusia del mundo de la innovación tecnológica y ahora el país depende de China, todo lo cual nos dice “Ucrania puede ganar esta guerra con tal de que los europeos sigan enviándole armas.

Nada dijo Von der Leyen del al menos medio millón de bajas, entre muertos y heridos, en el Ejército ucraniano, del fracaso de la ofensiva del pasado verano, de las crecientes dificultades de Kiev para reclutar a quienes enviar al frente, ni de la ocupación por Rusia de un 20 por ciento del país vecino o del hecho de que sus tropas siguen avanzando sin prisa y sin pausa.

Tampoco mencionó que las sanciones han perjudicado sobre todo a Europa, y muy concretamente a su país, Alemania, que, cortada del gas barato ruso, ha perdido competitividad y entrado en recesión mientras que la economía rusa creció el año pasado un 3 por ciento gracias a sus nuevos mercados.

Todo eso lo había pronosticado desde el principio el conocido demógrafo y sociólogo francés Emmanuel Todd, que habla del “suicidio de Occidente” y de que Zelenski sólo lucha ahora por su “supervivencia política”.

El pensamiento mágico de la presidenta de la Comisión Europea parece un efecto contagio del que manifiesta el propio Zelenski, presente también en la montaña de las vanidades, donde ha vuelto a presentar su llamado “plan de paz” de diez puntos para poner fin a la guerra.

Un plan que, siempre con ausencia de Rusia, ya presentó antes sin éxito en Copenhague, Yeda (Arabia Saudí) y Malta, que exige, para empezar a hablar con el Kremlin, la retirada rusa de todo el territorio ocupado y anexionado, península de Crimea incluida: es decir, una capitulación en toda regla del país de Putin. ¿Hay alguien que se lo crea?