Solo será un minuto

Será la melancolía

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Los estados de ánimo no llevan mapa incorporado para encontrar el camino de salida. Ni guía previsora de soluciones (GPS). Ni siquiera está claro a veces dónde nos espera la entrada porque tal vez sea un agujero en el suelo tapado por la espesura para atrapar tu pisada a traición. Así que resulta difícil planificar cómo se deben tomar determinadas decisiones sobre las que no tenemos control ni mucho menos conocimiento antes de que sea muy tarde. O demasiado temprano. Qué le vamos a hacer, somos seres humanos y los defectos nos definen después de mucho tiempo al acecho. Quizá nos aprietan y quizá nos ahogan si se desbocan más allá de nuestras flaquezas, en ocasiones disfrazadas de arrogancia o perplejidad. Siempre hay miedo cuando se trata de indagar en nuestras zonas erróneas. No hay que fiarse mucho de los arranques exultantes con sello de coaching parlanchín porque nos pueden nublar el sentido y hacernos creer patrañas tales como que el universo conspira para que hagamos realidad nuestros sueños si creemos firmemente en ellos, o que el karma existe y que quien la hace la paga o que al final se recoge lo que se siembra. Pues no, oye, la realidad enseña que hay mucho canalla que muere plácidamente en la cama sin atisbos de mala conciencia y que gente buena en esencia tiene horribles desenlaces que no hacen justicia a su forma de habitar el mundo. Así que es conveniente no darle mucha importancia a los estados de ánimo extremos y preferir ese espacio de tibieza emocional que tiene mucho de melancolía cauta y casi escéptica que nos protege contra la tentación de creer en cuentos de hadas con final perdiz.

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