Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Mujeres

¿Sabían ustedes que “Mujeres” es el nombre de una preciosa isla de México? Seguro que sí, pero no es a ella a la que me refiero cuando titulo el artículo de tal guisa. Las mujeres son también al menos la mitad de la sociedad, y podemos congratularnos todas y todos de vivir en un mundo donde han pasado dos cosas importantes en los últimos tiempos: por un lado, que nos hemos dado cuenta de que era necesario e imprescindible revertir la situación de desigualdad imperante entre ellas y la otra parte, los hombres. Por otro lado, después de haberlo asumido y elevado a la agenda pública, que hemos empezado a hacer cosas para intentar revertir tal situación.

Pero no es fácil, queridos y queridas. Quizá nosotros, en nuestra burbuja, pensemos que la situación es mucho mejor de lo que en realidad ocurre. Pero sigue habiendo muchos lugares en el que ser mujer es, directamente, sinónimo de ser ciudadana de serie b. O c. Y ser mujer sigue siendo un factor clave para ser, por ejemplo, mucho más pobre, o para ver menoscabados los derechos de la persona.

Al margen de que esto sea así, tampoco en nuestra sociedad está todo hecho, ni mucho menos. No sólo porque aún existe un techo de cristal en la igualdad en muchos ámbitos. Pero también porque los chicos y las chicas de ahora, aunque esto llame mucho la atención, vuelven a reflejar ciertos “tics” que, honestamente, pudieran parecer superados ya a estas alturas. Aunque hoy sea un día dulce para mí en este sentido, les aseguro, porque he sacado el tema con varios grupos de chicos y chicas y la respuesta obtenida ha dado pie a la esperanza…

El día de la mujer, celebrado ayer y auspiciado por Naciones Unidas, sigue teniendo toda su vigencia en plenitud. Y su lema de este año “Invertir en mujer, acelerar el progreso”, también. Porque les aseguro que son muchos los ámbitos en los que la mujer contribuye especialmente a dinamizar la sociedad y, muy especialmente, los temas de interés comunitario. Pude conocer muchas realidades de tal tipo, en que las mujeres constituyeron las palancas fundamentales para seguir adelante en situaciones muy críticas. Pienso ahora con cariño, por ejemplo, en las mujeres tanzanas de Wakinamama Nyota Ya Maendeleo, una verdadera referencia en el desarrollo comunitario del África Subsahariana, a las que conocí en persona en su territorio. O a las impresionantes mujeres de los Comedores Populares Gratuitos de Lima, agente de progreso indiscutible en medio de una sociedad que no era capaz de responder a una situación compleja para muchas personas en su contexto. También en iniciativas en otros países, incluido España y muy especialmente Galicia. Mujeres labriegas, mujeres juristas, mujeres educadoras, mujeres que buscan una sociedad mejor. Mujeres trabajando por las mujeres y por los hombres. Y con desempeños a veces fuera de cualquier estándar, por excelente, que nos podamos imaginar, desde Bolivia a Nicaragua, desde Guatemala a India… Les puedo asegurar que, personalmente, he conocido realidades muy rotas donde sólo las mujeres han trabajado duro para poder seguir adelante.

Voy a terminar, porque creo que en el tema de la promoción de los derechos de la mujer no hay que excederse en palabras, dedicando toda nuestra energía a la acción. Pero, antes de hacerlo, déjenme dedicar este artículo, en particular, a una mujer. Y es que en el día de ayer dedicado a las mujeres, secuela del Día de la Mujer trabajadora, quiero traer aquí a una mujer especial, que justo estos últimos días nos dejó. Se trata de Amparo Otero, compañera en la Junta Directiva del Hogar Sor Eusebia, comprometida socialmente y cuyo trabajo tanto voluntario en el caso de tal entidad social, como antes en el seno de su actividad profesional donde también dejó patente tal compromiso, también contribuyó a forjar una sociedad mejor. La sociedad en la que ella y yo creíamos, donde los muros y las vallas se tornan en oportunidades y mucho respeto. Por ti, amiga. Te queremos y no te olvidamos. Con pena, pero tenemos que seguir adelante…