Opinión

Sector público: rejuvenecimiento y simplificación

El sector público español y el gallego tienen ante sí un desafío de renovación de sus plantillas. En la próxima década, se jubilará cerca de la mitad de sus trabajadores, que comenzaron su vida profesional en los años ochenta y primeros noventa, cuando despegaron en España la sanidad y la educación públicas y recuperamos el tiempo perdido que supuso el franquismo para nuestro Estado del bienestar. El problema ha sido agravado por los recortes de la década pasada y, en particular, la muy limitada tasa de reposición.

Existen espacios en los que el desafío es particularmente acuciante, como pueden ser no pocos departamentos de las universidades de A Coruña y Vigo, marcadas por su fecha de creación; lo estamos viviendo ya con los médicos de familia. Por eso, sería lógico que en estos momentos todos los servicios públicos estuviesen analizando en detalle su problemática particular, haciendo proyecciones demográficas de sus recursos humanos, y buscando soluciones para la “gran jubilación”. A mí se me ocurren varias. Y estoy seguro de que a personas que saben mucho más que yo sobre la administración se les han ocurrido más y mejores.

Cierto que se puede aprovechar el proceso para amortizar perfiles que ya no interesan o para los que la demanda ha caído; y apostar por otros. Pero sería un error dejarlo todo al azar, confiando en que el talento va a fluir en las cantidades y perfiles necesarios y en el momento justo. Actuemos ya para no arrepentirnos luego.

En segundo lugar, es obligado referirse a la burocracia. Es perentorio simplificar y aliviar carga. Existen numerosos trámites por doquier que siguen siendo un suplicio, períodos de espera no razonables, retrasos desesperantes. Lo que toca aquí no es cambiar leyes. Lo que corresponde es ponerse en el lugar del administrado y analizar trámite a trámite para localizar los “puntos de dolor” y ensayar soluciones para hacer las cosas más sencillas, más rápidas, que se evite una cierta sensación de indefensión del ciudadano y de la empresa. Y no hace falta guardar a la necesaria reforma de la administración española. Sin tocar la legislación, podríamos convertir a Galicia en referencia autonómica en la simplificación administrativa al final de la legislatura que comienza. Como lo somos, por ejemplo, en la digitalización de la sanidad. Querer es poder.

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