Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Más allá de tu váter...

Queridos, queridas... Muy buenos días. Felices vacaciones a quien las tenga y un ánimo especial a las personas que, en estos días de mayor solaz tienen precisamente su temporada alta, un momento crucial en el que tienen que darlo todo. A unos y a otros, paz —en lo posible—, felicidad —como parte del camino, nunca como meta buscada y entonces no encontrada— y los mejores deseos de mi parte. Ojalá les vaya bien. Ya me contarán.

Hoy les saludo con un artículo cuyo título quizá les haya sorprendido. Pero es que hay personas que, por lo que parece, no piensan más allá de su inodoro. De su retrete. No son conscientes de cuál es el entramado de esfuerzo, gasto, trabajo bien hecho y complejidad existentes a partir del punto en que una estrecha tubería deja su evacuatorio para conectarse con una gigantesca red que termina, en nuestro caso, en el mar. Ustedes me dirán que sí, que todo el mundo tiene claro qué pasa en dicho proceso, pero les vuelvo a reiterar que no, o eso parece. Al menos esa es la impresión que tengo cuando vuelvo a visitar complejas, sorprendentes y verdaderamente impresionantes instalaciones de depuración, como las de Cabo Prioriño, Ferrol, de la mano de la empresa mixta de aguas de tal ciudad, Emafesa, a quien estoy profundamente agradecido. En tal tesitura, viendo la dañina serpiente compacta de toallitas húmedas, compresas higiénicas, preservativos y otros productos que llegan a tal instalación, reitero que hay quien no se da cuenta de todo el problema que produce con sus gestos cotidianos.

Pues ahí estuvimos de nuevo, y ya van bastantes visitas a tal instalación, tratando en esta ocasión de que un numeroso grupo de chicas y chicos del instituto Concepción Arenal de Ferrol consoliden su percepción de varias cosas. La primera, ya referida, es la capacidad que tenemos cada uno de cambiar nuestro entorno siendo responsables de nuestros actos, por acción o por omisión, lo que consecuentemente lleva a que la acción coordinada de buenas prácticas redunda en beneficio de todos. En el caso de no arrojar artículos como los referidos al alcantarillado, esto es meridiano. Pero sigue haciéndose, ¿saben? Y eso implica costosas averías, una gestión de las aguas fecales menos eficiente y, a la postre, muchos recursos extraordinarios tirados, nunca mejor dicho, a la alcantarilla.

La segunda, que el agua es un bien escaso, imprescindible para la vida y del que, por suerte, podemos disponer aquí y ahora sin excesivo problema. Imaginen ustedes la cantidad de veces que al alumnado referido y al de muchos otros centros, así como a muchas personas adultas, les he contado mis batallitas sobre lugares que conocí donde ni había agua segura ni posibilidad de conseguirla. El agua es ya un problema, no tengan ninguna duda, y lo será más en las siguientes décadas. No en vano se ha dicho desde hace tiempo que las guerras del futuro lo serán por el control del agua potable. ¿Del futuro... o del presente?

La tercera, y para eso nos fuimos a visitar el mismo día el embalse de As Forcadas, en Valdoviño y la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) de Catabois, la necesidad de entender todo lo que hay en materia de tecnología, conocimiento, profesionalidad y capacidad detrás de un buen sistema de agua potable. Como les digo, esto ni forma parte del paisaje ni está asegurado por ley divina. Tener agua buena y segura no es fácil, y esto lo he podido comprobar in situ. Recuerden el caso de Etiopía, país que aporta el noventa por ciento del agua del Nilo y que, sin embargo, no tiene sistemas de agua segura y potable para su población y que sufre recurrentes sequías que producen mucha destrucción y muerte. En Angola no sé cómo es ahora, porque hace tiempo que estoy un tanto desconectado de su realidad, pero no hace tantos años en Luanda —su capital, de las ciudades más caras del mundo— el sistema de agua estaba configurado para atender sólo al siete por cien más rico de la población de la ciudad. Los otros, directamente, iban a fuentes, pozos y sistemas alternativos...

Y la cuarta, lo importante que es el avance científico y tecnológico, y ver como se produce una transferencia real desde la investigación básica a la arena de lo más cotidiano... Así, vimos también ese día el poderoso bombeo que desde A Cabana impulsa las fecales a un punto elevado para desde allí alcanzar la Estación Depuradora (EDAR) de Prioriño por gravedad, el tratamiento biológico en la propia depuradora o el que utiliza luz ultravioleta para producir una desinfección final del agua ya tratada. Tratamos la problemática de los trihalometanos cuando aumenta el nivel de materia orgánica en el agua embalsada, así como cuáles son las soluciones químicas para remediarlo y muchos otros detalles donde hay mucha ciencia e ingeniería, pero también una visión del agua como servicio social básico en una sociedad en marcha, cuyo reto más acuciante en estos tiempos de desarrollo tecnológico es el de avanzar sin dejar a nadie atrás.

Ojalá todo ello sirva para algo. Al menos para que, poco a poco y a pesar de la publicidad de algunas marcas y de la permisividad de quien tiene la facultad de inspección y sanción, se explique que hay dos tipos de toallitas húmedas: las que no se pueden tirar al inodoro y... las que TAMPOCO se pueden tirar al inodoro, aunque en el envase ponga que sí...