Opinión | Inventario de perplejidades

Los despistes del Mossad

Los cronistas provincianos tenemos grandes dificultades para entender lo que nos quiere decir la élite. Aparentemente, la delicada tarea de asimilar lo que nos cuentan se realiza sin dificultad. El emisor lanza su mensaje sobre la masa adicta como quien reparte la comida al rebaño en la seguridad de que nadie protestará por su calidad ni por su cantidad.

Al menos, mientras no nos hagan traspasar las famosas rayas rojas cada vez más descoloridas y raídas. Nadie sabría señalarnos con alguna precisión dónde están pintadas esas rayas, con quién hacen frontera y cuál es el castigo por violentarlas. El caso es que los medios las utilizan para advertir al distinguido público de que estamos al borde del abismo (otro tópico) y tenemos que andar con cuidado de no tropezar.

El 7 de octubre pasado nos informaron, por ejemplo, de que un grupo militar de Hamás fuertemente armado traspasó la frontera y empezó a disparar con fusiles de asalto contra la gente que abarrotaba un festival, descansaba en la terraza de un café o disfrutaba paseando de la bondad de un clima cálido e impropio del final de un mes de octubre tan caluroso. El despliegue de la fuerza israelí fue brutal y sorpresivo. Oleadas de comandos volando en parapentes desbordaron las escasas posiciones defensivas y acto seguido difundieron imágenes espeluznantes de terroristas abriendo el vientre de mujeres palestinas embarazadas y próximas al parto, de hombres decapitados, de niños jaleando asesinatos. En fin, un catálogo de lo peor del ser humano.

La utilización propagandística de imágenes trucadas o referidas a un tiempo ya pasado se ha hecho habitual desde que quisieron convertir a aquel cormorán bañado en petróleo en víctima de la guerra del Golfo cuando lo fue del vertido del Exxon Valdez en aguas del Polo Norte. Es de suponer que, con la incorporación de la inteligencia artificial, la guerra de imágenes entrara en una nueva dimensión.

Pero lo que más me llamó la atención fueron las explicaciones del Gobierno israelí sobre la supuesta conducta negligente del Mossad, el servicio secreto que tiene bien ganada fama de ser uno de los mejores del mundo (Aznar buscó su colaboración cuando quiso acabar con ETA y atribuirse el mérito de su desaparición). Es cuestionable que a una organización tan eficaz la cojan durmiendo la siesta. Ahora bien, si lo que realmente se pretendía era justificar la venganza sobre Gaza y el genocidio que allí se está perpetrando es que hablamos de otra cosa. Por cierto, a los servicios secretos rusos también le achacan despiste y negligencia a propósito de la matanza de Moscú. Y eso que Putin fue espía antes que presidente de Rusia.