Opinión | SI NO LO LEO NO LO CREO
Antón Peruleiro
Un parasol de coche, usado como sombrero para ver el fútbol
La necesidad aguza el ingenio, y un hombre que ayer acudió sin visera ni sombrero a ver un partido de fútbol infantil en la ciudad echó mano de un recurso original para evitar la insolación: cogió un parasol de coche, lo dobló transversalmente y se lo ató a la cabeza. El original tocado, de un estiloso color plateado, tiene la ventaja de proyectarse como visera por delante, pero también por detrás, lo que permite evitar el melanoma en la nuca y homenajear al príncipe de Bel Air. Además, para los aficionados a la historia, recuerda a un bicornio, simpática prenda empleada de Napoleón Bonaparte, pero que estaba algo de capa caída hasta su reciente resurrección coruñesa. El principal inconveniente para la vida diaria es que el sombrero abofetea a la gente que uno tiene alrededor al girar la cabeza, pero incluso eso es un plus circunstancialmente: en caso de verse rodeado por enemigos el portador puede girar sobre su eje.
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