Opinión

Carles Sans

Yo ya estoy harto

Según un último estudio del CIS, el 88,9% de los españoles cree que hay demasiada crispación política en nuestro país. Ya llevamos muchos años que el ambiente político se ha vuelto irrespirable y empezamos a estar hartos de ver cómo se acusan, se insultan y se reprochan todo cuanto hacen. La figura ideal del político sería aquel que transmitiese calma, control, mucha serenidad y que diera la impresión de tener la solución a los problemas que nos afectan a todos. Un político debería ser alguien que, ante cualquier contingencia nacional, transmitiese capacidad de resolución y, sobre todo, capacidad de entendimiento con las fuerzas de la oposición; así, con empatía, aportaría soluciones para cada problema. Pero no, estamos viendo todo lo contrario. La política de hoy es un todos contra todos que se ha transmitido a la calle de manera preocupante.

Empecé a alejarme de los políticos cuando vi con estupor que, en plena pandemia, sumergidos en una crisis sanitaria y económica sin precedentes, los partidos no solo no remaban juntos para salir de aquello, sino que seguían con el rosario de acusaciones, y con el incesante martilleo para el acoso y derribo de todas las decisiones del Gobierno. Fue descorazonador comprobar que ni en un estado de alarma tan grave como aquel, los políticos supieran hacer una tregua y, codo con codo, sacarnos con unidad de todo aquello.

Siempre he pensado que ser patriota no es llevar una bandera en la muñeca ni en el corazón. Ser patriota es buscar las soluciones más eficaces para mejorar la vida de todos, sea cual sea la ideología de cada cual. Lo malo es que de la crispación política se pasa a la crispación ciudadana, y como las personas tendemos a necesitar un político que piense por nosotros, muchos ceden su opinión al político que sienten más afín, muchas veces sin cuestionar nada.

El propio Feijóo ha reconocido que la clase política actual es la peor en 45 años. Deberíamos ser más escépticos con ellos, porque a muchos lo que más les importa es gobernar. Incluso algunos aprovechan su paso solo para enriquecerse. Yo, ya estoy harto.

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