Opinión | 360 grados

El pesimismo se apodera de Kiev

Después de meses de negarse a reconocer la realidad, el Gobierno ucraniano parece hundirse últimamente en el pesimismo sobre la situación en el frente.

Y ésta es ciertamente crítica a juzgar por las noticias procedentes últimamente de Járkov, donde las fuerzas rusas han lanzado una gran ofensiva.

El Estado Mayor de la Defensa ucraniano hubo de admitir que ha ordenado a algunas unidades emprender la retirada para evitar bajas mayores en los enfrentamientos con el invasor.

Fuentes rusas hablan de que algunas de las localidades ocupadas por el Ejército de Volodímir Zelenski habían quedado ya antes vacías de habitantes.

Mientras tanto, el general Kyrylo Budánov, jefe de la inteligencia militar ucraniana, no ha tenido más remedio que reconocer al diario The New York Times la gravedad de la situación aunque hay quien en Kiev le ha reprochado su derrotismo.

Ucrania se ha quedado, según Budánov, prácticamente sin reservas a las que poder enviar a los lugares más amenazados sin que el resto quede desguarnecido.

Así, Rusia se dispone a lanzar una ofensiva en Sumy, que fue ya escenario entre febrero y abril de 2022 de una feroz batalla entre los dos ejércitos, ganada entonces por el ucraniano.

En medio de la confusión reinante, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, se presentó por sorpresa en Kiev para entrevistarse con el presidente ucraniano y anunciarle una ayuda adicional de 2.000 millones.

¿Se trata a la vez de un intento por parte del Gobierno de Joe Biden de analizar la situación política, cada vez más complicada por el desarrollo de la guerra?

Según otro diario estadounidense, el conservador Wall Street Journal, Blinken ha intentado sobre todo de infundir moral al alicaído Gobierno de Zelenski.

Pero al mismo tiempo, Blinken quería garantizar que el último paquete de ayuda militar a Ucrania aprobado por el Congreso —la parte de los 61.000 millones de euros que no se queda en EEUU para rellenar sus arsenales— llega adonde tiene que llegar.

No se puede evitar la sospecha de que, tras de los escándalos de corrupción en distintas instituciones del país, entre ellas sus Fuerzas Armadas, el Gobierno de Washington necesitaba que le ofrecieran de primera mano seguridades.

Tal vez Blinken haya aprovechado también su visita para informarse en directo de la situación política dado que han aumentado críticas al propio Zelenski, cuyo mandato oficial de cinco años acabó el 20 de mayo sin que haya nuevas elecciones a la vista.

El jefe de la diplomacia norteamericana expresó su confianza en que Ucrania podrá en un futuro sostenerse por su propio pie en lo político, lo militar o lo social, algo de momento imposible y que lo será cada vez más si no se pone fin al conflicto. Pero no parece, por desgracia, que esto vaya a ocurrir pronto.