Opinión

Albert Sáez

Dominicana

Los voceros de la Moncloa pretenden que hoy solo tengamos ojos para las barbaridades de Milei desencadenas por las barbaridades de Óscar Puente. Pero mientras tanto, Luis Abinader, un acaudalado empresario al frente de un partido integrado en la Internacional Socialista, ha vuelto a ganar este domingo las elecciones presidenciales en la República Dominicana. La noticia es de interés para los miles de ciudadanos de aquel país que viven entre nosotros. Pero también tiene interés para la política interna española. En esas elecciones pudieron votar también dos ilustres personajes del PSOE, nada menos que Felipe González y José Bono, ambos naturalizados dominicanos por Abinader. ¿De dónde viene esa conexión? El hombre clave en las relaciones entre el PSOE y Abinader es Manuel Domínguez Moreno, asesor social y político del líder del Partido Revolucionario Moderno (un nombre muy sugerente de lo que es hoy la Internacional Socialista que preside Sánchez). Se trata de un veterano conseguidor ligado al socialismo andaluz que preside, entre otras, una sociedad con sede en la localidad sevillana de Mairena de Aljarafe denominada Ferrocarril del Metropolitano de Santiago de los Caballeros SL, uno de los dos proyectos emblemáticos del presidente dominicano que Domínguez intentó, sin éxito, que se llevaran Renfe y Feve. El otro proyecto, la valla que separa el país con Haiti, sí cuenta con participación española a través de la empresa Escribano Mechanical Engineering, que desarrolló esta tecnología para la verja de Melilla. Otros españoles que han hecho recientemente negocios en la República Dominicana presidida por Abinader son José Bono que le ha asesorado, Carmen Calvo que ha presentado en Madrid el libro de Domínguez sobre el presidente, Luis Rubiales y los empresarios investigados en el trama de Koldo García.

Todo este trajín se produce en el país en el que ha aterrizado 39 veces el Falcon oficial del Gobierno de España sin que hayamos podido saber hasta ahora las personas que iban a bordo. Las razones de la recurrencia en este destino las liga el Ejecutivo a la necesidad de hacer escala en las travesías a otros destinos, circunstancia que algunos técnicos en aviación niegan. Seguramente, este episodio lo sitúa Pedro Sánchez en el fango de la fachoesfera pero tendría una manera muy fácil de desmontar el bulo si lo fuera: hacer pública la lista de ocupantes del Falcon, salvo que la preservación de la seguridad nacional se lo impida.