Un buen ambiente laboral y disfrutar de la profesión equivale a un mayor rendimiento en el puesto de trabajo. Los expertos aseguran que cuanto más felices sean los empleados de una compañía, más probabilidades de éxito y más competitiva será la empresa. Con este objetivo bajo el brazo, más de 500 directivos y responsables de recursos humanos de todo el mundo se reúnen desde ayer y hasta mañana en A Coruña para participar en el Congreso Internacional de Felicidad en el Trabajo, organizado por la Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas (Aedipe).

Conseguir que los empleados sean felices en su trabajo no significa convertir la oficina en un lugar de ocio. "La idea no es llenar la empresa de futbolines sino llevar a cabo una estrategia de confianza en las personas", señala el presidente de Aedipe en Galicia, Antonio Domingo. "El objetivo es buscar el estado en el que la gente es capaz de dar lo mejor de sí mismos", añade su homóloga a nivel estatal, Susana Gutiérrez. Para ello, las empresas deben apostar por fomentar el talento personal y profesional de cada empleado -a la vez que se promueve que cada persona autoevalúe su potencial-, otorgar autonomía y responsabilidad en el desempeño profesional, garantizar la tolerancia y colaboración en todos los equipos así como abogar por el trabajo digno y la protección social.

Pero para estar a gusto en el trabajo, el tiempo libre del que cuentan los empleados también tiene mucho que decir. "Es muy importante buscar medidas para favorecer la conciliación de la vida laboral y familiar", señalaba ayer la conselleira de Traballo, Beatriz Mato, durante la presentación del Congreso. "Hay que fomentar dentro de las empresas que se flexibilice la jornada laboral o que se opte por contratos parciales, con horarios más flexibles", añadió.

Unas ideas que comparte desde Aedipe, Antonio Domingo, quien insta a seguir el ejemplo de Europa para aumentar el nivel de felicidad de los trabajadores españoles. "El horario del resto de países europeos facilita la conciliación. Habría que apostar por la distribución irregular de la jornada, que una semana puedas hacer 70 horas y otra 20", señala Domingo, quien asegura que las gallegas R o Galopín son dos ejemplos de empresas que abogan por la conciliación.

Pero de la teoría a la práctica hay un largo camino. "Aún queda mucho por hacer", señala Mato, quien asegura que lo primero es "concienciar a las empresas". Para ello, algunas firmas ya dan incentivos a los jefes más comprometidos con la felicidad de sus empleados. Los expertos animan a aprovechar la época de crisis para hacer los deberes y salir de ella más reforzados.