No hay que alertarse con las crisis amorosas de verano, porque no en todos los casos significan un fracaso y una ruptura inmediata, es más, según la psicóloga Olga Hodgson, "las crisis son buenas y ayudan a renacer a la pareja, por eso es mejor pasarlas cuanto antes para asentar los pilares de la relación y hacerlos más fuertes".

Las relaciones en las que uno no depende excesivamente del otro son las que mejor funcionan. De hecho, las parejas en las que cada uno se va por su cuenta de vacaciones, algo muy habitual últimamente entre los jóvenes, "funcionan bien porque ambos son independientes y respetan su espacio". Para Olga, entre estar un mes entero de vacaciones y a todas horas con la misma persona o verse menos días y aprovecharlos mejor, la segunda opción es sin duda la que mejores resultados tendría.

La terapeuta del gabinete coruñés justifica esta elección basándose en que "no existe la media naranja. Cada uno de nosotros tenemos una naranja entera, de la que sólo un trocito es para la otra persona y las cosas en común que hay entre ambos. El 75% de la naranja es de uno".

El tiempo libre en las vacaciones estivales y la nueva rutina puede desestabilizar, según Olga, los hábitos de la parejas que ya arrastran conflictos previos. Por eso, esta época se convierte en una prueba de fuego, pues se nota con mayor intensidad "la falta de apego y de cosas en común".

Los motivos de disputa pueden ser múltiples: "problemas económicos no resueltos, inseguridades personales, frustraciones propias, asuntos domésticos, la rutina sexual y sobre todo la falta de comunicación para afrontar estos conflictos".

Quizá por una falta de hábito de estar tanto tiempo en pareja o por una incomprensión de sus miembros a escuchar las necesidades y prioridades del otro, estas relaciones marchan al fracaso, especialmente en las parejas que están en la famosa etapa de adaptación. Pero "con buena comunicación, empatía y respeto cualquier pareja tiene asegurada su continuidad", sentencia Olga Hodgson.