-¿La crisis da trabajo extra al Valedor?

-Todo parece indicar que la crisis tiene que suponer un incremento del número de quejas, y sin embargo no es así. No se notó una variación, aunque sí se orientan más hacia las políticas sociales.

-¿Cómo califica el grado de respuesta que dan las administraciones a sus requerimientos?

-En general es satisfactorio. En 2009 rondaba el 74% el nivel de respuestas positivas por parte de las administraciones. Quizás donde más problemas encontremos es en el ámbito local. Hay ayuntamientos que son más reticentes que otros, pero hay que disculparlos porque son de escasa entidad y apenas cuentan con medios humanos y materiales para dar respuesta con prontitud a los requerimientos de esta institución. Es de destacar además que desde que estoy al frente de la institución, y ya hace más de tres años, no hemos hecho todavía ninguna declaración de hostilidad.

-¿Se ha cabreado?

-Sí, muchas veces. Se producen situaciones tensas y a veces hay que forzar a esa administración más reticente.

-Con los recortes presupuestarios para el año 2011, algo tocará a los servicios sociales. ¿Prevé que le lleguen más quejas en esta materia?

-Es probable, si efectivamente se produce esa disminución en las subvenciones o ayudas en materia de dependencia. Lógicamente, contando con que la crisis va a continuar, se va producir una situación más lamentable que la actual.

-¿En qué se centran las quejas recibidas este año?

-Más o menos son las mismas, pero quizás es la dependencia donde más se están notando esas exigencias sociales.

-Sobre la atención a la dependencia ya hizo algún pronunciamiento el Valedor?

-Sí, claro, pero ahí nos encontramos que la época, desgraciadamente desde el punto de vista económico, no es la más idónea para poder dar una solución a estos problemas. La Administración carece de los medios económicos suficientes para afrontar todas las perspectivas de futuro que planteaba esa ley, que creó muchas expectativas entre los ciudadanos, y claro, no se puede hacer frente, no tanto ya por falta de previsión presupuestaria, como en un primer momento, sino porque la crisis cada día va a más y por tanto se hace más dificultoso para la Administración poder atender esas necesidades.

-O sea, que los dependientes van a tener que convivir con esta situación.

-Tomarlo con paciencia y, claro, los más necesitados siempre lo van a pasar peor por culpa de la crisis.

-¿Cómo le quedó el cuerpo tras la respuesta del rector de A Coruña de que el botellón es una manifestación cultural?

-Me imagino que o no quiso decir eso o se expresó mal, pero en el escrito que envió así consta. Quiero pensar que con lo de manifestación cultural se refería a la festividad que rodea a los alumnos cuando se divierten. Pero no creo que se refiera a que esta festividad se vaya de las manos e invadan las aulas con alcohol. Ahí ya deja de tener ese carácter.

-¿Sigue siendo el botellón un problema grave en Galicia?

-Sí, el botellón sigue constituyendo un problema realmente importante aunque se haya desplazado a otros lugares donde molestan menos.

-¿Los concellos son demasiado permisivos?

-Creo que sí, es mi impresión. En este tema, los concellos no van en sintonía con la sociedad, que entiende que se debe actuar con mayor rigor.

-¿Ha notado un aumento de las quejas sobre el idioma gallego a raíz del decreto de la Xunta?

-No. Puede decirse que tiene muy escasa incidencia la problemática en torno al idioma. Las quejas por esta materia están en la cola del ranking, que no es más que el reflejo de lo que está pasando en el país y en la calle. No existe conflicto.

-Galicia Bilingüe recurrió al Valedor y sostiene que se están ideologizando los colegios...

-No, hay que evitar las posturas extremistas de uno u otro tipo.

-Las listas de espera son otra preocupación de los gallegos, pero resulta difícil hacer una comparación sobre su evolución cuando cada gobierno cambia el sistema de medición...

-El número de la gente que permanece en las listas nunca puede ser diferente. Pero no se está observando un aumento de las quejas, más bien una disminución, quizá porque la gente se ha acostumbrado o comprendido la imposibilidad de los servicios sanitarios de hacer frente a toda la demanda, o porque también saben que una vez que el paciente entra en el ciclo de atención, ahí ya va todo sin dilaciones y el resultado por lo general, es muy satisfactorio.