El superior general de los franciscanos en el mundo, José Rodríguez Carballo, llegó esta semana a su Lodoselo natal (Ourense) para pasar unos días de descanso. Trae en la carpeta un proyecto importante de reformas de la cúpula de la orden para reducir el número de consejeros, con el fin de agilizar la acción de gobierno, además de ampliar el período de mandato de seis a nueve años.

-¿La Orden de San Francisco continúa creciendo?

-Sí, en estos momentos cuenta con 15.500 frailes -de los que 13.000 son sacerdotes y 2.000 hermanos laicos-, y 18.000 clarisas, que se encuentran en 125 países. Tenemos cerca de 800 colegios y doce grandes universidades en el mundo.

-¿Cuáles son los países en los que se están jugando el físico los misioneros franciscanos?

-Treinta y cinco misioneros franciscanos se están jugando la vida en Siria, donde prácticamente todo el clero católico es de nuestra orden. Tenemos casi todas las parroquias, denominadas latinas. Allí estamos pasando por circunstancias muy serias. También estamos sufriendo mucho en Libia, donde todo el clero católico es franciscano. Ahí tenemos alrededor de 18 religiosos. La situación es muy delicada en Pakistán, con cerca de 40 religiosos. Y no es nada fácil en Egipto, donde hay 200 frailes. Lo estamos pasando como el pueblo, con grandes dificultades.

-¿Han tenido alguna baja?

-Hemos tenido una muerte en Brazzaville (Congo), y no sabemos cómo terminará una desaparición en México; nos tememos lo peor. En otros países no hay episodios violentos de guerra, pero sí de miseria y de pobreza. A mí me ha quedado en la mente la imagen que vi en Guinea Bissau, donde los hermanos tienen un gran leprosario. Allí los leprosos y los que tienen el sida son abandonados y los hermanos los van recogiendo para llevarlos al hospital.

-¿A ustedes los consideran unos intrusos y los reciben con hostilidad?

-En todo Oriente hay recelos contra los católicos, porque consideran que aquello es tierra musulmana. Pero hay que recordar que nosotros somos más antiguos allí que el Islam. Hay un pueblo en Siria donde todavía se habla arameo, que era la lengua de Jesús. Nosotros no somos intrusos en esos países. Siempre ha habido una buenísima convivencia pero últimamente, debido a ese enfrentamiento interno del mundo islámico, quienes sufren son los cristianos.

-¿Les hacen invitaciones a marcharse?

-Si no las hacen directamente las hacen de forma indirecta. Pero de momento nosotros nos vamos a quedar con los cristianos y vamos a seguir trabajando por el pueblo, sea de la religión que sea.

-¿Con quién se ceban más, con frailes o con creyentes cristianos?

-A nosotros no nos han tocado, porque los franciscanos somos muy queridos en todo Oriente. Permanecemos allí desde la época de San Francisco, desde 1218, cuando fue a Oriente, y nos conocen como los frailes de la cuerda. El problema es que los más indefensos se han refugiado en nuestros conventos, que están totalmente ocupados por mujeres y niños cristianos. Y hubo un problema real, porque no teníamos ni para darles de comer. Ahora ya no hay esta carestía.

-¿Qué medidas piensa impulsar en los tres años que le quedan de mandato, hasta junio de 2015, tras permanecer doce como ministro general?

-En el mes de noviembre de 2013 vamos a tener el consejo plenario de la orden, que es casi un capítulo general, para decidir las estructuras de gobierno de los franciscanos, sobre todo el número de consejeros del ministro general, que nosotros llamamos definidores, y sobre el mandato del propio ministro general. Yo tengo una propuesta algo distinta de lo que era la praxis hasta ahora. No sé si los participantes la aprobarán o no. A mí me gustaría que el ministro general fuese elegido por nueve años, porque seis son pocos. Y también propondré que pueda ser reelegido para otros nueve, con el apoyo de una mayoría cualificada.

-¿Cuántos consejeros hay en la actualidad?

-Nueve consejeros, de los que cuatro representan a Europa, uno representa a Asia, otro a África, dos a América Latina y uno a América del Norte. Mi idea es que en lugar de nueve sean seis o siete, dándoles más importancia a los presidentes de las conferencias de ministros provinciales. De esa forma habría una mayor representatividad de la base, y al mismo tiempo el gobierno sería más ágil.

-¿La ampliación del período de mandato le afectaría a usted, teniendo en cuenta que solo han transcurrido tres años desde la reelección?

-No, yo ya llevo doce años como ministro general de la orden franciscana.