. se debe ser el objetivo tras haber superado el tópico de que una mujer embarazada debe comer por dos. Este comentario popular, aunque exagerado, se acercaba a la realidad en el sentido de que una mujer gestante debe alimentarse adecuadamente para que su salud -y la de su hijo- sea óptima. Los diferentes estudios científicos han demostrado que las carencias nutricionales en la etapa prenatal y la primera infancia pueden ser la causa de ciertas patologías futuras que afectarán al individuo.

La mujer embarazada debe seguir una alimentación equilibrada que cubra sus necesidades y las del bebé que está gestando. Por supuesto, debe controlar su aumento de peso y no superar lo recomendado en las tablas, siguiendo los criterios de su ginecólogo. La ingesta de calorías no debe aumentar en exceso: en el primer trimestre, 150, a partir del cuarto mes, de 300 a 350 y durante la lactancia, 500.

El menú más adecuado lo establecerá el médico o un especialista en nutrición. De manera general se recomienda una dieta rica en fruta y verdura fresca y que un 50% de las calorías procedan de los hidratos de carbono (pasta, arroz, etc.), el 25-30% de lípidos (la mejor fuente son los ácidos grasos insaturados presentes en leche, queso, etc.) y el resto de las proteínas (carne, pescado, huevos, etc.). Durante la lactancia es aconsejable beber unos dos litros de agua para favorecer la reposición de líquidos, la producción de leche y mantener la hidratación de los tejidos.

Es importante destacar que se incrementa la necesidad de micronutrientes: ácido fólico, hierro, vitamina A, vitaminas del complejo B, vitamina C, vitamina D, yodo y zinc. Pero no pueden ser administradas alegremente porque causan efectos negativos cuando se consumen en exceso. Su interés radica en:

-Vitamina A, indispensable para el desarrollo del feto, su exceso se relaciona con enfermedades congénitas como la hidrocefalia. Se administra en forma de betacaroteno para evitar sobredosis.

-Vitamina D, fundamental para la formación del esqueleto del bebé.

-Vitamina E, importante también en la lactancia para aumentar las funciones inmunitarias y la funcionalidad de músculos y nervios.

-Vitamina C, para la formación de colágeno, crecimiento y regeneración de tejidos, antioxidante, etc.

-Ácido fólico, fundamental sobre todo al inicio del embarazo e incluso antes de la concepción. Su función principal es la formación adecuada del tubo neural y evitar defectos congénitos que pueden causar la llamada espina bífida.

-Vitamina B 6, es beneficiosa para el tratamiento eficaz de náuseas y vómitos.

-Calcio, fundamental para la formación de huesos y dientes, la coagulación de la sangre, la contracción muscular, etc.

-Magnesio, para prevenir los calambres musculares de la embarazada y fundamental para formar los huesos y las reacciones metabólicas.

-Hierro, forma parte de la hemoglobina y es un componente imprescindible para el transporte de oxígeno esencial para el desarrollo del feto.

-Yodo, constituyente de las hormonas tiroideas; su bajo aporte causa deficiencias motoras y cognitivas en el bebé.

-Cobre, para la formación de los glóbulos rojos.

-Manganeso, para la síntesis de material genético; su carencia causa retrasos en el crecimiento y malformaciones congénitas.

-Selenio, imprescindible para el sistema inmunitario y como antioxidante.

-Zinc, participa en el metabolismo de proteínas, hidratos de carbono y lípidos, interacciona con las hormonas, etc. Su carencia durante el embarazo se vincula a malformaciones congénitas y problemas en el parto.

Una dieta equilibrada cubre adecuadamente los requerimientos nutricionales de una embarazada sana y con ello las del bebé que está gestando. Salvo indicación expresa en sentido contrario del médico, una mujer embarazada va a seguir unas pautas alimentarias completas, sin excluir ningún alimento básico.

Debemos destacar que, a pesar de la importancia intrínseca de estos compuestos durante el embarazo y la lactancia, no pueden ser administrados sin control del especialista, pues es el único capacitado para decidir si debe suplementarse la alimentación con alguno de ellos. Lo habitual es que te receten ácido fólico, hierro y/o un complejo vitamínico-mineral que debes consumir según las pautas establecidas. Déjate asesorar, consulta tus dudas y sigue todas sus recomendaciones para llevar a buen término tu embarazo y garantizar tu salud y la de tu bebé.