Y es una circunstancia que no respeta edad, sexo, situación laboral, etc., pues la padece un gran número de personas (aunque sean más del sexo femenino) que pertenecen a todos los grupos de población. Esta variabilidad la convierte en un problema de difícil solución porque al tener una etiología tan diversa, resulta más complejo dar pautas y/o tratamientos que resulten eficaces para todos. A muchos niños les duele por temas relacionados con la visión, algunos adultos lo padecen por estrés, hay mujeres que la sufren antes de tener la regla, etc. Y lo mismo sucede con los síntomas, pues cada paciente lo describe de una manera diferente?

Según los datos epidemiológicos, la cefalea tensional y la migraña son las más comunes. La cefalea de tensión se presenta a cualquier edad (aunque es más frecuente en adultos y adolescentes) y se manifiesta con dolor normalmente bilateral referido como la sensación de tener un "casco" o una "banda" que les aprieta la cabeza, intenso en sienes, cuero cabelludo y parte posterior del cuello, sordo, opresivo y molesto incluso con el simple roce del pelo con la mano. Se presenta rigidez cervical, de comienzo matinal o a primera hora de la tarde y empeoramiento durante el día que no suele resultar incapacitante, pues al cabo de unas horas el dolor desaparece o se reduce al aplicar las medidas terapéuticas adecuadas.

La cefalea aguda se caracteriza por dolor episódico, de corta duración y debido a estrés puntual, nerviosismo, fatiga, etc. que normalmente desaparece al eliminar la fuente de estrés, relajarse e ingerir analgésicos suaves. La cefalea crónica supone un dolor mantenido incluso durante semanas que puede estar enmascarando otro problema (como una depresión).

Migraña y cefalea tensional pueden ser concomitantes, aunque con diferencias entre sí. En la cefalea tensional se presenta rigidez cervical, las crisis dolorosas son más frecuentes y no presenta aura pero pueden aparecer cansancio y mareos. Normalmente no cursa con náuseas, vómitos o fotofobia, y si se presentan son más suaves.

Las causas más comunes de la cefalea de tensión son: la mala higiene postural (tanto laboral como en el domicilio o en la vida normal), el bruxismo (apretar las mandíbulas y, con ello, los dientes de día o durante el sueño), los problemas articulares, el estrés, la ansiedad y los estados depresivos.

Las medidas higiénicas preventivas coinciden con las de otras cefaleas, pudiendo destacar:

-Evitar el consumo de alcohol, tabaco o cafeína

-Controlar la postura, sobre todo al sentarse y hacer estiramientos cervicales, dorsales y lumbares a intervalos cortos

-Realizar ejercicio al aire libre de manera regular para favorecer la oxigenación del organismo

-Practicar ejercicios de relajación (como yoga o pilates) bajo el control de monitores especializados

-Dormir adecuadamente

-Seguir una dieta correcta en cuanto al tipo y cantidad de alimentos, horarios, etc.

-Prevenir problemas posturales relacionados con el trabajo (ordenador, microscopio, etc.)

El diagnóstico debe ser realizado por el médico, que también decidirá el tratamiento, normalmente centrado en el control del estrés y la relajación. Existen sencillos masajes reductores del dolor (al eliminar la tensión) que pueden ser autoaplicados: relajación de la nuca, masaje en las cejas, presión de los arcos occipitales y masajes circulares en las sienes. También dormir o aplicar calor en la parte posterior del cuello reduce la presión y, con ello, el dolor. El tratamiento farmacológico debe ser pautado por el especialista y va a depender de la frecuencia de las crisis y la incapacidad que sufra el enfermo. Paracetamol, aspirina e ibuprofeno son los más utilizados en las crisis dolorosas, estando la profilaxis relacionada con el uso de relajantes y antidepresivos.

No debes automedicarte, ni consumir dosis muy elevadas de medicamentos innecesarios. La cefalea puede hacerse crónica por abuso de analgésicos y psicofármacos, provocando la denominada "cefalea de rebote". Sigue las pautas dadas por tu médico y consulta tus dudas con él o con tu farmacéutico.

Resulta muy útil llevar un diario o registro del dolor de cabeza para reconocer los signos previos, situaciones y síntomas. Ayudarás al diagnóstico y descarte de otras patologías por parte del especialista y te permitirá reducir o eliminar los factores desencadenantes evitables. Debes anotar la fecha y hora de inicio del dolor, los alimentos ingeridos en las 24 horas anteriores, el patrón de sueño de los días previos al desencadenamiento, la situación emocional, lo que has hecho para reducirlo y cualquier otro dato que resulte de interés para el médico y pueda ser fácilmente olvidado por el enfermo.