El poeta, narrador y ensayista Félix Grande falleció ayer en Madrid a los 76 años a causa de un cáncer de páncreas, según confirmaron fuentes de la editorial Anaya. Grande (Mérida, Badajoz, 1937), premio Nacional de las Letras en 2004 y experto en flamenco, es considerado uno de los grandes renovadores de la poesía posterior a la Guerra Civil: la Generación del 50 y lo que se ha denominado del 68 o Grupo Poético de los 70.

Entre sus poemarios destacan Las piedras (1963), Taranto. Homenaje a César Vallejo (1971) y Las rubáiyátas de Horacio Martín, que le valió el Premio Nacional de Poesía en 1978. En narrativa cabe destacar la novela corta Las calles, Premio Eugenio D'Ors en 1965 y La balada del abuelo Palancas, publicada en 2003. En cuanto a los ensayos dedicados al flamenco, una de sus grandes pasiones, sobresale Memoria del flamenco (1978), por la que recibió el Premio Nacional de Flamencología, así como Paco de Lucía y Camarón de la Isla (1998), entre otros volúmenes.

Además, el autor extremeño puso texto a obras cruciales como Persecución, para Juan Peña, El Lebrijano (1978) y en su producción destacan también obras mixtas como Grandes del flamenco (seis discos más antología, de 1981) o Poema de amor (con música de Paco de Lucía, de 1983).

El escritor manifestó en alguna ocasión que el flamenco es "la canción protesta más importante, más irrompible y duradera que se ha inventado en castellano". "Este género pone en valor que los humildes que iniciaron el cante jondo consiguieran sacar la genialidad para encontrar en cada lenguaje lo esencial de las emociones radicales", manifestó el poeta.

Miembro de la Sociedad General de Autores y Editores desde 1976, Grande fue recordado ayer por la institución, que lamentó la pérdida de este "poeta y pasional flamencólogo", quien mantuvo una "responsabilidad por reivindicar el papel del flamenco y, sobre todo, el de los autores flamencos", según indicó su presidente, José Luis Acosta.

Amigos y compañeros de profesión lamentaron también ayer la muerte de este poeta. El escritor Antonio Gala, gran amigo de juventud de Félix Grande y de su esposa, la poeta Francisca Aguirre, se mostró muy emocionado, sobrecogido y sorprendido por la noticia de la muerte. "Esto no era lógico, porque el que tenía que precederlo con toda certeza era yo", señaló y añadió: "Yo estoy aquí retirado, me he venido al campo (a La Baltasara, su casa de Alhaurín, Málaga). Félix y Paca eran mis hermanos verdaderos: estoy destrozado".

Para el poeta Juan Carlos Mestre, con la muerte de Félix Grande no desaparece la persona "sino que continúa su ejemplar conducta civil". "Fue alguien que hizo de la poesía un acto de legítima defensa contra los horrores de este mundo, alguien que asumió el imperativo categórico de la memoria como conducta civil e hizo de la poesía una casa de huéspedes para todos aquellos expulsados de la razón por la crudeza del sistema", subrayó.

Por su parte, el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, definió ayer a Grande como "un poeta del alma, de palabra precisa, un hombre que amó el flamenco y lo difundió para el gran público como el gran arte que es".

El titular del departamento de Educación transmitió su "apoyo y cariño" a Francisca y Guadalupe, mujer e hija también poetas del "ilustre extremeño", "poeta de referencia para la generación de los sesenta, que supo innovar en ese campo íntimo de la poesía y por lo que se le reconoció en 1978 con el Premio Nacional de Poesía".