El plantón. Hay que ser Naty Abascal, pero muy Naty, para que te invite todo un principado a una boda de lujo en los Alpes suizos y les des plantón. A la estilista no se le había perdido nada en el enlace de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo. Ni en el primero, civil y rollo hippie en Mónaco, ni en el segundo, religioso y de postal navideña en Gstaad. La princesa Carolina, la madre del contrayente, o su alteza el príncipe Alberto, o la familia de la novia, que es de mucho poderío en Santo Domingo, la invitaron una y otra vez. "No puedo ir a la boda de Tatiana y Andrea. Tengo mucho trabajo y no me puedo permitir el lujo de abandonarlo aunque solo sea por un fin de semana". "Yo no tengo un marido ni un novio rico que me mantenga como otras. Vivo de mi profesión, no soy millonaria y no creo que me toque la bonoloto. No están los tiempos para frivolidades", concluye. Con un par de natis. La nobleza europea en general no parece que se termine de tomar en serio a los royals monegascos. Cuando Rainiero se casó con Grace Kelly, en su día, ya le hicieron el feo porque metía en palacio a una actriz de Hollywood. Y ya ven. Con los ojos cerrados la cambiarían ahora algunos. Peñafiel, sin ir más lejos.

Una de calamares. Los vulgarmente llamados calamares gigantes,Architeuthis, son un género de cefalópodos del orden Teuthida.Unkraken(dicho así, enclavemitológica,damásmiedo), aunque de la familia, no es exactamente el mismo bicho que rebozan y meten en los bocadillos.Mariló Montero cree que sí. Por eso pregunta: "¿Estaban vivos los animalicos?". Se dirige al presidente de la Coordinadora para el estudio y la protección de las especies marinas y se refiere a la destrucción, a causa del temporal en Asturias, del Museo del calamar gigante de Luarca. El hombre, un Santo Job, le explicaba que no, Mariló, que éstos viven en los fondos abisales y más arriba es imposible mantenerlos con vida. Mariló: "¿Y qué sentido tiene ahora el museo?", pestañea ella. Mujer, en el museohay más cosas, no sólo Architeuthis. ¿Archiqué? Déjalo, y pídete uno de calamares a la romana.

Felinos. El presidente ruso igual susurra a los caballos que mira fijamente a las cabras. Es como Frank de la Jungla. Putin calmó con la mirada a un cachorro de leopardo que se revolvió contra unos periodistas. Vladimir, de cerca y con ese nombre de empalador, debe de imponer. Yo eso, en España, se lo vi hacer a no recuerdo quién con una gallina. El hijo de Isabel Pantoja, a diferencia de Putin, no ejerce control mental sobre los felinos. De haberlo hecho, la benemérita no se habría enterado de que había metido de extranjis dos crías de león en su fiesta de Nochevieja. "Tomad ejemplo", dijo Putin a su séquito al saber que el leopardo se aparea 274 veces por semana. Jesulín tenía como mascota a Currupipi, que era un tigretón. Igual por el ejemplo.

Faldas cortas. Lo ha publicado el Daily Mail, pero no termino de creerlo. Cuenta que la reina Isabel II se ha metido en el guardarropa de Kate Middleton. No físicamente, se entiende. Al parecer, la reina ha convocado a su equipo de asesores de imagen para que Catalina luzca "más real" de cara a su futuro viaje a Oceanía. A la mujer no le gustan las minifaldas ni las transparencias. Esto es como si me vinieran ahora con el cuento de que en la Zarzuela supervisan el armario de Letizia o que a su suegra no le hizo gracia el escote trasero de su aventura americana. O como si me juraran que le han puesto un tope de gasto. ¿Qué será lo último? ¿Asegurarme que la relación de la pareja principesca sufre altibajos? Venga ya.

La fuerza del sino. La baronesa Thyssen y Borja se han reencontrado. El azar es muy sabio. Sabe que va contranatura que una madre y el hijo que llevó en sus entrañas nueve meses lleven año y pico sin verse. La fuerza del destino ha querido cruzar sus caminos. La cosa fue más o menos así: Tita se encontraba en una cafetería situada frente al museo que lleva su nombre, cuando alzó la vista y allí estaban: Borja y Blanca pasaban por la calle. Ya es casualidad, porque una no se imagina a los ricos y famosos en semejantes tesituras, quiero decir, merendando chocolate con picatostes o mirando escaparates. Pero así dicen que ocurrió. La baronesa corrió al encuentro de la pareja y charlaron un buen rato. De los niños, de arte, de exclusivas, de las denuncias cruzadas que se han puesto en los tribunales y de cosas por el estilo, lo normal en estas escenas tan familiares. El tiempo dirá si esta vez el encuentro fue real y no una ensoñación, porque ya son varios los testigos que aseguran haberlos visto juntos y después ellos desmienten. Pasa igual con Sonia Ferrer y Álvaro Muñoz Escassi. Rompen, o eso nos venden, y sin embargo andan por ahí juntitos y coleando. Será el sino.

Kiko Rivera se ha tatuado el antebrazo con la sentencia: "Cuando quieras emprender algo habra mucha gente que te dira que no lo hagas. Cuando vean que no te pueden detener te diran como lo tienes que hacer. Y cuando finalmente vean que lo has logrado diran que siempre creyeron en ti. Sigo luchando". Sí, vale, no hay ni un acento. En ortografía, suspenso; en caligrafía, no mucho mejor. Cachondeo generalizado. Pero desde el punto de vista práctico, pinchacitos que te ahorras. Y en un texto tan largo, que abarca de la axila pilosa (de paso hemos confirmado que con Kiko vuelve el pelo) a la muñeca, ya es ahorro. Además, hace años, en un congreso de lengua española, ni más ni menos que el Nobel Gabriel García Márquez propuso "enterrar las haches rupestres, firmar un tratado sin límites entre la ge y la jota, y poner más uso de razón en los acentos escritos" y Martín Ortega Carcelén publicó en 2010 Huida a Jerte, una novela carente de tildes. El bosque que no dejan ver los árboles es que el medio es el mensaje y Kiko es un filósofo incomprendido, un gurú de la autoayuda, un innovador nato. Lo lleva en los genes. Sin acento.